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Trágico final de Godínez: La vida y muerte de Horacio Gómez Bolaños

Horacio Gómez Bolaños, a sus 69 años de edad, se encontraba en un momento crucial de su vida cuando la muerte le tendió una inesperada trampa. 

Trágico final de Godínez: La vida y muerte de Horacio Gómez Bolaños

CIUDAD DE MÉXICO.-En una historia marcada por la tragedia y la dedicación artística, Horacio Gómez Bolaños, reconocido por su papel de Godínez en la icónica serie El Chavo del 8, encontró su triste final.

Después de sufrir un terrible accidente que limitó su movilidad y lo confinó a una silla de ruedas, este talentoso actor, guionista, director y productor decidió apartarse de la escena y buscar refugio en su pasión por la escritura, producción y gestión.

A pesar de las secuelas físicas y la tristeza que lo acompañaban, Horacio se mantenía activo y entusiasmado con un gran proyecto: un homenaje a su hermano, el reconocido Roberto Gómez Bolaños.

Sin embargo, una depresión silenciosa oprimió su corazón y condujo a un desenlace que sorprendió y entristeció a sus seres queridos y compañeros de trabajo.

Horacio Gómez Bolaños, a sus 69 años de edad, se encontraba en un momento crucial de su vida cuando la muerte le tendió una inesperada trampa.

Su historia personal se remonta a su nacimiento el 28 de julio de 1930, siendo hijo de Francisco Gómez Linares, un destacado pintor e ilustrador, y Elsa Bolaños Cacho, una secretaria bilingüe. Creció junto a sus dos hermanos mayores, Francisco y Roberto, este último mundialmente conocido como Chespirito.

La familia Gómez Bolaños atravesó momentos difíciles desde temprana edad. La prematura muerte de su padre a causa de un derrame cerebral dejó a Horacio y sus hermanos al cuidado de su madre, quien luchó para sacar adelante a sus hijos. Sin embargo, también ella sucumbió ante el cáncer de páncreas, aunque logró brindarles cuidado y apoyo hasta que alcanzaron su independencia.

En una curiosa coincidencia, una compañera de trabajo de Elsa, conocida por sus supuestas capacidades clarividentes, intuyó que el hijo menor, Horacio, enfrentaba problemas de salud. Sus sospechas se confirmaron cuando los tres hermanos presenciaron un trágico incidente con su perro Tarzán, que resultó en la aplicación errónea de una inyección que puso en peligro la vida de Horacio. Afortunadamente, la intervención providencial de otro médico permitió salvarlo.

“Quería ser futbolista”

A pesar de su sueño de ser futbolista, Horacio siguió los pasos de su hermano Roberto y estudió actuación. Juntos, iniciaron una exitosa colaboración en la televisión mexicana. Horacio desempeñó roles secundarios en las queridas series de Chespirito, pero fue su personificación del entrañable Godínez en El Chavo del 8 lo que lo catapultó a la fama. Con su característico despiste y distracción, Godínez se convirtió en un personaje inolvidable y querido por el público.

Aunque Horacio sentía que sus verdaderas aptitudes estaban detrás de las cámaras, ejerciendo como supervisor de mercadeo y productor focalizado en las ventas generadas por el fenómeno Chespirito, su legado artístico trascendió y dejó una huella imborrable en la televisión humorística.

Sin embargo, a pesar de su exitosa carrera y su pasión por el arte, la depresión silenciosa que cargaba en su corazón finalmente cobró su precio. Sufrió un infarto. A los 69 años de edad, la vida o, mejor dicho, la muerte sorprendió a Horacio Gómez Bolaños, dejando consternados a sus compañeros de trabajo, amigos y familiares.

La historia de Horacio Gómez Bolaños es una muestra de cómo la vida puede llevarnos por caminos inesperados. Desde sus comienzos marcados por la tragedia familiar hasta su trágico final, su dedicación al arte y su talento perdurarán en la memoria colectiva.

La partida de Godínez dejó un vacío en el mundo del entretenimiento, pero su legado artístico y su contribución a la comedia seguirán siendo recordados por generaciones venideras.

El triste final de Horacio Gómez Bolaños es un recordatorio de que, detrás de las risas y los personajes entrañables, los artistas también enfrentan sus propios demonios.

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