“Black Mirror” regresa con un golpe al corazón: así es el perturbador primer episodio de la temporada 7
Una pareja, una suscripción mensual y un sacrificio extremo: la serie de Charlie Brooker vuelve con un capítulo que incomoda, emociona y deja pensando.
Después de casi dos años de espera, Black Mirror está de vuelta en Netflix con su séptima temporada, y el primer episodio no decepciona: se siente como una bofetada directa al sistema. El capítulo se llama “Common People” (traducido como “Una pareja cualquiera”) y tiene todo lo que ha hecho famosa a la serie: crítica social, tecnología retorcida y un final que te deja con el alma hecha trizas.
Un amor que sobrevive a cualquier costo (literalmente)
La historia sigue a Amanda (Rashida Jones), una maestra de escuela que sufre un tumor cerebral terminal. Su esposo, Mike (Chris O’Dowd), se aferra a cualquier esperanza, y acepta un tratamiento experimental ofrecido por una siniestra empresa tecnológica llamada Rivermind. ¿La propuesta? Mantener a Amanda con vida, pero usando su cerebro como parte de los servidores de la compañía.
¿El detalle cruel? Para que Amanda siga existiendo, Mike debe pagar una suscripción mensual. Cuando el dinero se acaba, ella deja de “responder”. Mike, desesperado, empieza a generar ingresos a través de streams de autolesiones, en los que la audiencia paga por verlo sufrir. Así, consigue minutos adicionales de conciencia para Amanda.
En un giro devastador, Mike vende incluso la cuna con la que soñaban tener hijos. Todo para poder hablar con ella una última vez. Cuando la conversación revela que Amanda ya no quiere seguir conectada, Mike toma la decisión de asfixiarla con una almohada. En una secuencia final ambigua, el episodio sugiere que él también pone fin a su vida.
Un espejo oscuro para nuestra era digital
Este episodio, dirigido por Toby Haynes, retoma la esencia más oscura de Black Mirror: mostrarnos lo que podríamos llegar a hacer por amor, por necesidad y por desesperación... en un mundo donde las emociones humanas ya tienen un precio mensual.
La crítica ha sido dividida, pero la mayoría coincide en que este arranque de temporada es brutalmente eficaz. No solo conmueve, también cuestiona nuestra relación con el sufrimiento ajeno convertido en espectáculo, y con los sistemas que nos obligan a monetizar incluso lo más íntimo.
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