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¿Por qué son famosas las Kardashian?

Se equivocan quienes menosprecian la inteligencia de las mujeres del clan Kardashian.

¿Por qué son famosas las Kardashian?

Si alguien merece el título de Reina del Famesque, neologismo creado por Amy Argetsinger, editora de "The Washington Post", para designar a quienes tienen como atributo "ser famosos por ser famosos", esa es Kim Kardashian.

Desde que la exhibición de su voluptuosa figura en un video intimo la hizo figura pública, no hay rincón en ninguno de los medios sociales en el que, un día sí y otro también, aparezca o se hable de ella.

Con un peculiar estatus de hipercelebridad, ¿qué de raro tiene que sociólogos y antropólogos ocupen parte de su tiempo en observar cómo Kim y su tribu de Kardashians han logrado que buena parte de la humanidad siga hasta en sueños la vida artificial y cuidadosamente construida que proyectan en sus reality?

Se equivocan quienes menosprecian la inteligencia de las mujeres del clan Kardashian pues, de acuerdo con la socióloga Claudia Lisa Moeller, ellas son responsables de una estrategia de comunicación que involucra diferentes medios sociales como Instagram, Twitter, Facebook y YouTube, además de estrategias de comunicación masiva como la televisión, periódicos y revistas. Esta exposición les permite extender al máximo su presencia de una manera que, a la autora del estudio, le recuerda a las vacas al digerir su comida, por lo que bautizó a este conjunto de reglas no escritas como estrategia rumiante.

El secreto de la autopromoción

Moeller señala que, como sabemos, cada vez que nos damos el placer culposo de seguirlas en "Keeping up with the Kardashians" y los spin off que ha producido el canal E! Entertainment Television, el material que proporciona la vida diaria de Kim es abundante y repetitivo.

El secreto para mantener el interés del público en un reality show que lleva más de 15 años presentando la misma historia de dramas familiares -si acaso incorporando a miembros de reserva- radica, según Moeller, en la habilidad que ha desarrollado este emporio familiar para rumiar las mismas historias una y otra vez.

Para ejemplificar esta estrategia rumiante de autopromoción, Moeller analiza el "misterioso" caso de la noche en que se le pasó la dosis a Lamar Odom, basquetbolista de la NBA que estaba casado con Khloé Kardashian. Incluso la ceremonia que de enlace tenía que ser transmitida durante un episodio de "Keeping up with the Kardashians" y, claro está, había que aprovechar para lanzar un spin-off apropiado ante tal evento: "Khloé & Lamar" (al aire entre 2011 y 2012) y que al menos duró más que uno de los matrimonios de su hermana Kim.

En aquel entonces, debido a una sobredosis, el 13 de octubre de 2015 Lamar Odom fue hallado inconsciente en un burdel de Las Vegas y hospitalizado, lo que motivó a su exesposa Khloé a visitarlo y permanecer a su lado en tiempos tan aciagos. En ese entonces lo único que Khloé compartió con el mundo fueron sus plegarias por la próxima recuperación de su exmarido, lo que podría llevarnos a pensar que, después de todo, la empatía y generosidad es más frecuente en nuestro mundo, sólo que un año después (2016) Khloé y su familia dedicaron varios episodios de dos temporadas para dar su versión sobre lo que había ocurrido la noche de la sobredosis, así como de anécdotas variopintas a lo largo del proceso de rehabilitación de Lamar, y todavía en 2018 Kim Kardashian seguía tuiteando chismes escabrosos sobre un incidente tan de pesadilla para el basquetbolista como redituable para la socialité.

Empatía cinemática

Y si de pesadillas y sueños hablamos, el antropólogo Robin E. Sheriff exploró de qué manera Kim se ha introducido en los sueños de jóvenes mujeres de EU. La presencia de celebridades como Kim y demás contenido proveniente de la televisión y otros medios de comunicación en nuestros sueños no es nueva ni inesperada: despreciando por completo la pseudociencia freudiana y apoyándose en la ciencia neurocognitiva que indica que existe una continuidad entre lo que soñamos y nuestras experiencias y preocupaciones mientras estamos despiertos, el contenido onírico sirve como indicador, entre otras cosas, de cambios culturales como los provocados por la aparición, multiplicación y diversificación de los reality shows, de entre los cuales pocos hay que puedan medirse con el éxito del de las Kardashian.

Sheriff nos dice que, si bien los llamados sueños diegéticos (en los que el soñador forma parte del sueño) anteceden a los realities, es a partir de estos que uno sueña con que compite en programas como "America’s Next Top Model" (o alguno similar). Este cambio cultural favoreció la proliferación de sueños diegéticos en los que Kim aparece en el papel de ella misma.

Para Sheriff, esta continua invasión de las Kardashian a nuestro espacio onírico se debe a lo que en neurociencias se conoce como empatía cinemática, tendencia a sentirnos identificados con los personajes y celebridades que vemos en nuestras variadas y ominpresentes pantallas. Sheriff advirtió que una posible causa de esta irrupción frecuente y no deseada es el exceso de exposición, dado que varias de las entrevistadas habían pasado la mayor parte de su vida viendo la de las Kardashian.

He aquí la última paradoja: Si no queremos tener una vida como la de Kim, ¿por qué no dejamos de seguirla?

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