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¿Por qué pareciera que parte de la población no entiende el "quédate en casa"?

Por otro lado, el COVID-19 se trata de una enfermedad emergente y las medidas sanitarias que se instalaron oficialmente rompen con patrones sociales y culturales.

¿Por qué pareciera que parte de la población no entiende el "quédate en casa"?

HERMOSILLO, Sonora.-El interés de este escrito es intentar visualizar la enfermedad desde una perspectiva no biológica, sino social, y compartir la inquietud e interés de las voces que repiten “quédate en casa”, así como reflexionar nuestro quehacer cotidiano desde la salud pública.

La normalización de las enfermedades respiratorias

La Secretaría de Salud Estatal de Sonora en el año 2018,1 en su reporte de las veinte primeras causas de enfermedad, menciona que la principal es el rubro de las enfermedades respiratorias agudas. En ese año hubo 643,894 consultas médicas para personas de todos los grupos de edad, siendo los más afectados los de 1 a 4 años y de 25 a 44 años.

Entre las personas que sufrieron enfermedades respiratorias, hubo muchas que no fueron a consulta médica a pesar de padecer una gripe o resfriado común, y estos datos no fueron registrados. Se observa de forma “usual” a personas al transitar en la calle, asistir a escuelas, a trabajos y hasta a reuniones sociales, con todas las características de una franca infección respiratoria: ojos llorosos, nariz tapada, escurrimiento nasal. Sin embargo, no existen protocolos que limiten el libre tránsito para evitar contagios y lograr la recuperación para un resfriado. Es común observar la diseminación de infecciones de vías respiratorias desde los grupos que asisten a guarderías o estancias infantiles, hasta universidades, de forma individual, familiar, incluyendo el área laboral, y se normaliza como una práctica común socialmente aceptada.

Posiblemente, se ha observado en más de una ocasión la práctica de escupir en el piso, limpiar el contenido nasal con la mano, toser y estornudar sin etiqueta esparciendo secreciones, tanto por parte de niños que ya se encuentran en edad de comprender, como de adultos. Ha sido una costumbre continuar saliendo a la calle mientras se cursa con una infección respiratoria, ya que es muy importante y valorado el nivel de cumplimento máximo de las actividades escolares, laborales o sociales. ¡Prohibido faltar, no cumplir!, ¡prohibido enfermarse!, ¡prohibido no casarse, si ya tengo todo listo!, etc. Además, aunque se repite hasta el cansancio la frase “no te automediques”, las farmacias y anuncios televisivos tienen autorización para promocionar y vender productos que aminoren los síntomas de los cuadros gripales y la población tiene el libre albedrío de comprarlos.

Es posible que estos antecedentes sociales pudieran ser parte de la razón de restar importancia y presentar resistencia a las indicaciones de la Secretaria de Salud y a las autoridades en el actual problema del COVID-19. Existe un segmento de la población que no está haciendo caso, porque son otros sus intereses y prioridades. Modena2 ha señalado que, tradicionalmente, la población ha aprendido y atendido su proceso de enfermedad desde un inicio de muy distintas maneras y solo si lo consideran conveniente o se agrava el cuadro de la enfermedad es cuando recurren a consulta médica.

Por otro lado, el COVID-19 se trata de una enfermedad emergente y las medidas sanitarias que se instalaron oficialmente rompen con patrones sociales y culturales –no experimentados–. Intervienen aspectos que modifican modelos habituales de prácticas religiosas, familiares, laborales, sociales y hasta políticas. El seguir los tratamientos médicos –medicinas, indicaciones– tiene un grado de dificultad; luego entonces, ¿cómo cumplir adecuadamente un tratamiento poblacional de restricción de la movilidad y aislamiento que atenúe un problema de salud del cual no se tiene referencia? No es fácil.

La cultura del proceso de la enfermedad con relación a la respuesta ante el COVID-19

El proceso de salud-enfermedad tiene un componente muy importante y presente en cualquier comunidad: la cultura,3, 4 entendiéndose esta como “todo lo que nos hace humanos”, un conjunto de maneras cultivadas de pensar y de vivir que suele designarse como hombre. Desde esta perspectiva, es posible que surja la dificultad para acatar indicaciones de las ciencias médicas. El adherirse a los tratamientos individuales o poblacionales puede no ser cómodo para la mayoría de las personas. Son muchas e innumerables las razones por las cuales la población hace o no hace caso a las indicaciones de las instituciones de salud. Dependerá del bagaje cultural, educación informal y formal y de responsabilidad social que el individuo traiga consigo y para con su entorno.5 

La información oficial por parte de las secretarías de salud federal y estatal ha sido la adecuada y basada en evidencias científicas. Sin embargo, el transitar con la desinformación y la desacreditación deshonesta, utilizando información falsa en redes, ha dificultado también seguir indicaciones. Luego entonces, resulta importante el aprendizaje, experiencias y lecturas que hayan sido posible comprender, aprender y reproducir por parte de la mayoría de la población en general acerca de los nuevos enemigos no visibles y del daño observable. Sin embargo, es posible que se requiera adaptar la información a diferentes públicos para mejorar la comunicación entre los diversos grupos de población. Lamentablemente, en muchas ocasiones por la emergencia, se ha ignorado el componente cultural en la forma de comunicar las acciones señaladas ante esta nueva pandemia.

En la medida de las posibilidades de cada uno de nosotros, requerimos reforzar en nuestro entorno las medidas de contención y mitigación de esta nueva enfermedad, pero con un enfoque empático y adecuado a nuestros interlocutores. Sobre todo, las de #quedatenecasa, “Susana Distancia”, tos y estornudo de etiqueta y lavado de manos correctos. Esto será de aquí en adelante, ya que la pandemia aún no finaliza. Muy probablemente dichas medidas favorezcan la disminución del actual problema, así como de las enfermedades respiratorias y gastrointestinales que son las que despuntan en los datos de morbilidad en todo el país con el primer y segundo lugar… paso a paso.

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