¿Se puede transmitir el COVID-19 en una alberca?
Lo que se sabe del COVID-19 es que se transmite de persona a persona a través de gotitas respiratorias provocadas al toser, hablar y cantar.
CIUDAD DE MÉXICO.-El nuevo coronavirus COVID-19 (SARS-CoV-2) pertenece a una familia de virus que en los humanos pueden causar desde gripas leves hasta graves infecciones del aparato respiratorio, como el MERS y el SARS-COV que producen el síndrome respiratorio de Oriente Medio y el síndrome respiratorio agudo severo, respectivamente.
El COVID-19 es un virus altamente contagioso. La infección en personas de la tercera edad, mujeres embarazadas y grupos de riesgo (obesos, hipertensos, inmunocomprometidos, diabéticos) puede complicarse, desarrollando una enfermedad grave que causa una neumonía atípica, aparentemente asociada a una respuesta inmune trombótica (formación de coágulos).
Lo que se sabe del COVID-19 es que se transmite de persona a persona a través de gotitas respiratorias provocadas al toser, hablar y cantar (llamadas aerosoles); por ello, para evitar su propagación se ha establecido en México la Jornada Nacional de sana distancia.
Se presume que el virus también puede propagarse cuando tocamos con las manos una superficie contaminada e introducimos al virus a través de ojos nariz y boca al momento de tocar esas partes con la mano.
Ya se han realizado varios estudios que indican que el COVID-19 permanece activo desde horas hasta días en cartón, plástico, metal, etc. Con la llegada del verano surge la preocupación adicional de que el virus pueda transmitirse a través del agua de las albercas públicas y privadas, spas y lugares de juego con agua, entre otros.
Algunas agencias de salud internacionales, como el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades (Estados Unidos), consideran que la probabilidad de transmisión del virus a través del agua para beber es baja. Sin embargo, se ha comprobado que personas infectadas con COVID-19 desechan parte del virus en las heces; aún se desconoce si existe eliminación a través de la orina.
Estos tipos de desechos pueden estar presentes en una alberca, más frecuentemente si es utilizada por muchos niños. Existen estudios con otros microorganismos infecciosos como Cryptosporidium y Legionella en los que se ha demostrado su trasmisión al agua a través de aerosoles.
Actualmente no hay estudios publicados con COVID-19 (SARS-CoV2). No obstante, investigadores de la Universidad de Carolina del Norte publicaron un estudio sobre la persistencia de otros coronavirus en agua, encontrando que pueden seguir activos durante varios días. La persistencia fue mayor a 4°C que a 25°C.
Otras evidencias sugieren que el COVID-19 es sensible a los rayos del sol. Considerando los datos anteriores, no podemos descartar la posibilidad de que el COVID-19 se transmita al utilizar albercas con agua contaminada por el virus, independientemente de que el riesgo sea mayor en albercas con agua más fría y que no estén expuestas al sol.
Por lo tanto, la primera recomendación es llevar un control adecuado de desinfección con cloro en el agua de albercas, fuentes y todos aquellos lugares en los que se contenga agua para usos recreativos.
El regreso gradual al uso de albercas, toboganes y otros centros de diversión o de deporte que utilicen agua, requiere del desarrollo de un protocolo elaborado por las instituciones de salud y validado por expertos, ya que el problema no se soluciona únicamente con desinfectar el agua.
Es necesario diseñar estrategias para que las personas dentro y fuera de la alberca conserven la sana distancia. Para ello se pueden utilizar señales y establecer cupos limitados y horarios para diferentes grupos que permitan la desinfección entre la entrada y salida de los diferentes grupos.
Es recomendable que, con base en el protocolo cada establecimiento, se cumpla con la adecuada limpieza y desinfección de superficies de baños, mesas, sillas, trampolines, etc. Además, que se establezcan políticas o reglamentos que se den a conocer a los usuarios, en el entendimiento de que, de no respetarse, liberan al establecimiento de responsabilidad.
Algunas de estas podrían ser prohibir el ingreso de cualquier persona que presente síntomas de fiebre, gripe o diarrea, conservar la sana distancia, respetar el cupo máximo, bañarse (utilizando jabón) antes de entrar a la alberca, así como al salir de la misma.
Asimismo, es importante tener especial cuidado con las toallas utilizadas, ya que no pueden ser reusadas hasta que sean lavadas y desinfectadas apropiadamente y se encuentren secas.
La pandemia del COVID-19 nos ha enseñado lo susceptible que puede ser la humanidad al ataque de un virus desconocido que no va a desaparecer. No sabemos cómo y cuándo se puede presentar una segunda oleada. Por lo pronto, nuestro modo de vida tiene que cambiar, haciendo todos lo posible para disminuir los riesgos, aplicando protocolos y medidas de higiene adecuadas.
Colaboración de Gabriela Ramos Clamont Montfort y Alfonso García Galaz, investigadores de la Coordinación de Ciencia de los Alimentos del CIAD
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