Leche materna: la primera "vacuna" que podemos recibir al nacer
Para empezar, recordaremos que no hay un solo tipo de leche materna, sino tantos como binomios madre e hijo.
Leche materna: la primera "vacuna" que podemos recibir al nacer
Esmeralda Santacruz Salas, Universidad de Castilla-La Mancha
Aunque cada vez encontramos en el mercado un número mayor de tipos de leche y bebidas vegetales, no queremos dejar de lado a la leche materna en el Día Mundial de la Leche, que se celebra hoy. Hay quienes la consideran un alimento mágico o, incluso, nuestra primera al vacuna al nacer. Pero, ¿dónde está el secreto de está leche? En este artículo nos centraremos en los beneficios que tiene en el desarrollo del bebé, en la madre y en la sociedad en general.
Para empezar, recordaremos que no hay un solo tipo de leche materna, sino tantos como binomios madre e hijo. La leche materna cambia de una madre a otra, de un hijo a otro o incluso a lo largo del día, con un objetivo funcional.
La lactancia materna es el único alimento conocido que se adapta a los requerimientos individuales de maduración y de crecimiento de su especie de forma específica. Por eso, nos ofrece una larga lista de beneficios.
Así ayuda la leche materna a los bebés
El verdadero beneficio de la leche materna deriva de los efectos sobre nuestro sistema inmune, digestivo, neuroendocrino y musculoesquelético.
Entre los resultados de diferentes estudios, encontramos un fuerte desarrollo de nuestras defensas desde el nacimiento. Esto hace que haya menos bebés enfermos, sobre todo por infecciones, y reduce las muertes un 45 % (un 20 % durante el primer mes).
Además, según datos de la OMS, alimentar a los recién nacidos con leche materna evita el sobrepeso y obesidad infantil un 12 %. Asimismo, los adolescentes y adultos que fueron amamantados de niños, también son más inteligentes y consiguen entre 2 y 5 puntos más en pruebas cognitivas.
Beneficios de amamantar para la madre
Este alimento potencia el vínculo afectivo entre madre e hijo y a su vez proporciona beneficios exclusivos para la madre. Por ejemplo, favorece y acelera la pérdida de peso tras el parto y la vuelta a la normalidad de muchas estructuras, evita la depresión postparto y enfermedades como diabetes, hipertensión e infarto.
Además, aquellas mujeres que no ofrecen lactancia materna tienen un 4 % más de riesgo de desarrollar cáncer de mama y un 27 % más de cáncer de ovario.
Por último, la lactancia materna no solo beneficia a la madre y a su hijo, sino que nos interesa a todos. No dar lactancia materna nos cuesta caro. Si el 50 % de las madres diese lactancia materna en exclusiva en España nos ahorraríamos más de 51 millones de euros al año. También sería una ayuda para la economía familiar y para el medio ambiente.
¿Dónde está el secreto?
Llevamos más de 60 años investigando la leche materna y aún desconocemos la función de algunas sustancias. Sin embargo, sabemos que el verdadero secreto de sus beneficios está en su composición.
Hasta ahora conocemos que contiene proteínas específicas para nuestra especie. Algunas funcionan como factores protectores en forma de anticuerpos y otros como nutrientes específicos, grasas e hidratos de carbono, así como vitaminas, minerales y oligoelementos.
Estas sustancias se encuentran en la proporción justa y necesaria para cada momento del desarrollo del bebé.
Sin embargo, a pesar de la larga trayectoria de los resultados encontrados, hay estudios que señalan un déficit de conocimientos básicos en la población general. Solo un 26,4 % tienen constancia de los beneficios que tiene para la madre, el bebé y la sociedad en general.
Además, el 72 % refiere tener una información deficiente respecto al valor nutricional. Esta falta de conocimientos puede interferir indirectamente en el establecimiento y mantenimiento a largo plazo de este tipo de alimentación.
La leche materna no se puede comparar con la animal
Las fórmulas lácteas presentan una composición cuantitativa y cualitativamente muy diferente, estática y sin factores bioactivos. Ni las leches vegetales ni las de origen animal contienen factores protectores inmunológicos capaces de activar la microbiota oral, intestinal y cutánea. Podríamos asemejar la leche materna a nuestra “primera vacuna”.
También es importante tener en cuenta que, después del nacimiento, la principal fuente energética del ser humano son las grasas, no las proteínas como en otros mamíferos.
Así, la leche materna aporta más del 50 % de calorías en grasas y enzimas que ayudan a su metabolización, algo que no ocurre en ningún otro tipo de leche.
Además, la cantidad y tipo de azúcares, proteínas, vitaminas y minerales están perfectamente adaptados a los requerimientos nutricionales, de maduración del sistema digestivo y riñones y de metabolización del bebé.
¿Cuánto tiempo debemos alimentarnos de leche materna?
El recién nacido es inmaduro a muchos niveles. El nacimiento y los dos primeros años se consideran una “ventana crítica” para el desarrollo y crecimiento óptimo y de su salud.
Después de esa edad es muy difícil revertir los efectos de una nutrición deficiente o inadecuada. Por este motivo, las recomendaciones contemplan mantener este tipo de alimentación hasta esa edad.
Asimismo, durante los seis primeros meses, este alimento aporta todos los requerimientos necesarios para el correcto desarrollo del bebé. A partir de esa edad, es difícil que cubra todas sus demandas nutricionales, por lo que sería necesario complementar gradualmente con otro tipo de alimentos.
Es decir, en estos casos el aporte inmunológico se mantiene, aunque no tanto el nutricional. Sin embargo, ofrecer lactancia materna hasta los dos años es la medida que más repercusiones potenciales y beneficiosas tiene sobre la salud infantil. Se puede mantener hasta que la madre lo desee y lo crea conveniente, sin un límite establecido. El beneficio para la salud y por tanto su repercusión sanitaria y social seguirán estando presentes.
Conocer y difundir los beneficios que puede proporcionar la lactancia materna es una obligación de los profesionales de la salud para que aquellas madres que han decidido ofrecer el pecho obtengan la ayuda necesaria y puedan alcanzar su objetivo. No obstante, una vez que la madre disponga de toda la información, siempre será ella quien decida, según sus circunstancia, elegir el tipo de leche con la que alimentar al bebé y el tiempo durante el que lo hará.
Esmeralda Santacruz Salas, PDI Facultad de Enfermería. UCLM, Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.