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Nuevo culto a el Angelito Negro en Tepito

Nuevo culto a el Angelito Negro en Tepito

Ciudad de México.- Dentro del llamado "barrio bravo" de la Ciudad de México, surge el culto del Angelito Negro, una devoción al diablo repleta de símbolos y rituales por un imponente altar a apenas cien metros del más famoso templo de otra popular figura, la Santa Muerte.

Alexis, el Chino para los amigos, enciende un puro y baña de humo al Angelito Negro. La figura, sentada en medio de un gigante pentagrama (estrella) invertido que ocupa toda una pared de la habitación, observa impertérrita la escena.

En una mano lleva una torta (bocadillo) y en la otra unos escapularios y un cigarrillo. A sus pies hay dinero, veladoras, muchas latas de cerveza, una copa de vino, una pizza y varios círculos de sal en el suelo que sirven para limpiar de energías negativas el espacio. A los laterales del altar, cruces negras invertidas.

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Yo le empecé a brindar culto al Angelito Negro desde que mi madre se puso mala, tuvo cáncer. Y le pedí y prometí que si él me ayudaba a que mi madre saliera del cáncer yo me entregaba en cuerpo y alma", explica este domingo a Efe Alexis, que a sus 27 años es padre de dos hijos y cuida del altar con esmero.


La Historia

Hace años el joven viajó hasta Pachuca, en el central estado de Hidalgo, para conocer a Óscar Pelcastre, conocido como el Obispo Negro y principal impulsor de este culto hace unas dos décadas.

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A unos cien metros de este sofocante espacio dedicado a Lucifer al que han llegado a traer huesos de animales y sangre a modo de ofrenda,

se encuentra el pomposo altar de la Santa Muerte,

otro referente de lo profano en México, pues según diversos investigadores, este culto se remonta a 1795, cuando los indígenas adoraban un esqueleto en un poblado mexicano.



Su cuidadora, doña Queta, lleva años expandiendo

el amor a la también llamada Niña Blanca.

Solo basta ver su altar repleto de ofrendas y cómo muchos de los vecinos, al pasar por la calle, se santiguan en señal de respeto.

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"Me llevo muy bien con la señora Queta, es mi amiga. Y es algo muy diferente a lo que ella tiene, que es una deidad muy grande. Y también es una deidad lo que yo tengo. No compito con ella para nada", dice Alexis, quitando hierro al asunto.

Porque la magia de Tepito es que hay sitio para todos. Basta con avanzar otros 50 metros y toparse con la Villita, una capilla católica construida en plena calle y dedicada a la patrona de México, la Virgen de Guadalupe, que rebosante de flores conforma este particular triángulo de culto.

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