Crianza respetuosa: ¿en qué consiste?
El respeto y el amor como base para forjar un carácter respetuoso y empático en nuestros hijos e hijas.
La crianza es una de las tareas más importantes para el desarrollo de las infancias y el forjamiento de una vida emocionalmente saludable. Sin embargo, también es una de las tareas más difíciles que se propone uno como padre.
La educación y formación que se les dan a los niños y niñas desde el momento de su nacimiento, es un proceso que requiere muchos cuidados para proporcionarles herramientas adecuadas y fortalecer su bienestar emocional a lo largo de su vida.
Métodos adecuados y no adecuados
Creo que muchos nos hemos topado con discursos o críticas acerca de cómo debe o no debe ser la manera de criar a nuestros hijos. Es una gran responsabilidad enfrentarse a las “verdades” de la maternidad y paternidad y tener en cuenta los puntos que pueden estar afectando el desarrollo de las y los pequeños.
No hay una manera correcta de hacer las cosas cuando se trata de criar y no hay verdades absolutas cuando se trata de seguir los pasos que cada familia ha seguido por generaciones. Lo mejor que se puede hacer al enfrentarse a la crianza, es enseñar a los infantes desde el amor y el respeto a ser una persona emocionalmente saludable para que así practique esos valores desde el respeto en sociedad.
No existe una fórmula mágica para criar niñas y niños perfectos. La mejor manera de criar particularmente a los hijos se descubre sobre la marcha y eso es algo que siempre se debe tomar en consideración; los errores son parte del proceso y, cuando se educa desde el amor, no hay por qué dar lugar a culpas.
¿Qué es la crianza respetuosa?
La crianza respetuosa es, más que un método o sistema de enseñanza para el pequeño, un estilo o forma de vida. Consiste principalmente en la manifestación de respeto, amor, empatía y consideración en cada acción que se toma y repercute en la relación entre padres e hijos.
Claro que las muestras de afecto, el interés por las curiosidades del pequeño, los mimos y el respeto es algo que (casi) todos los padres y madres suelen hacer con sus hijos de manera natural. La crianza respetuosa va más allá de eso.
Según dicen algunos especialistas, la crianza respetuosa consiste en que los padres consideren al niño como una persona con los mismos derechos que un adulto. Esta relación se basa en los valores y los límites no punitivos, es decir, que no se implican sanciones o castigos
No hay una etapa específica para la crianza respetuosa; se puede implementar en cualquier momento de la infancia e incluso la adolescencia, aunque, llegando a estas etapas de edades más avanzadas, los métodos se amplifican y se vuelven más complejos según los niveles de percepción y entendimiento de los hijos.
¿Cuáles son algunas de las consideraciones para implementar una crianza respetuosa?
Existen ciertas consideraciones que rigen la crianza respetuosa para determinar el ejercicio parental:
- Los niños y los adultos tienen los mismos derechos. No sólo los padres pueden opinar o dominar un tema; los niños intervienen en las conversaciones y decisiones y no se limitan únicamente a obedecer.
- Los padres deben estar dispuestos a establecer una conexión con las necesidades de sus hijos, así como ofrecer respuestas verdaderas a sus necesidades partiendo del amor. La demostración de emociones con respecto a algo en las etapas tempranas de la infancia son impresiones que los pequeños adoptan y aprenden de manera cognitiva. De igual manera, deben saber que sus emociones también son válidas y que existe la libertad de poder expresarlas de manera segura.
- Los límites no punitivos son vitales. Aunque no se infligen castigos, el niño debe saber que hay límites, que hay cosas que no puede hacer y son incorrectas. La manera ideal para esta implementación según los expertos en crianza respetuosa, es partir desde el ejemplo que dan los mismos padres sin necesidad de recurrir a ningún tipo de violencia.
No hay una verdad absoluta
No todas las personas que crían están de acuerdo con este método de enseñanza y forjamiento del carácter. Como se mencionó anteriormente, es difícil desarraigarnos de los modelos parentales que se han implementado generacionalmente en nuestras familias.
No a todos los padres les funcionan los mismos métodos y, así como cada paternidad y maternidad son distintas, cada niño es diferente entre sí. No hay una fórmula que revele una solución absoluta a las mismas preguntas y no todos los padres y madres tienen las mismas ventajas de tiempo y economía, por decir un ejemplo.
Lo único certero es que, sea como sea, como padres estamos aprendiendo en el mismo camino por el que van nuestros hijos. Nuestro papel es ser sus guías y darles herramientas que los forjen con amor, empatía, respeto, seguridad y confianza. Aunque a veces parezca difícil, no hay imposibles.
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