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La ciencia de besar: ¿Qué pasa dentro de nuestro cuerpo cuando besamos?

¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que ocurre en nuestro cuerpo al momento de besar a alguien más? ¿Te has preguntado de dónde viene la cultura de besarnos para expresar o sentir amor?

Probablemente muchos ya hayan notado que, al besar, la respiración se vuelve más profunda e irregular, se acelera el pulso y las pupilas se dilatan (lo que podría ser la causa de que muchas personas cierren los ojos al besar a alguien).

Según información recopilada de BBC, el antropólogo Vaughn Bryant dice que, al momento de besar, las personas somos capaces de percibir tres sensaciones principales:

Inicialmente está la sensación del tacto; los labios son en extremo sensibles, pues son donde más terminaciones nerviosas existen en comparación de otros lugares del cuerpo (con excepción, claro, de algunas zonas genitales). Después está el gusto, y es que cada persona tiene un gusto único; percibimos y reconocemos sabores, algunos más que otros. Y en tercer lugar está, por su puesto, el olfato. Estas sensaciones también son capaces de hacernos sentir placer.

La Ciencia de Besar

Sheril Kirshenbaum es la autora de "La Ciencia del Beso" y explica que existen muchas teorías acerca de por qué besamos. Una de ellas es que, de pequeños, somos besados por nuestros padres, y durante los cuidados se produce mucha estimulación con los labios.

Esto hace que asociemos, a través de las vías neuronales, emociones muy positivas en cuanto a esto y desarrollamos una construcción de estas vías relacionando la estimulación de los labios con el amor, la seguridad y emociones maravillosas que solemos expresar en algún punto usando nuestra boca.

Primeras evidencias de besos

Las primeras evidencias que se tienen en cuanto a la manifestación de algún tipo de beso, datan desde entre 2 mil 500 y 3 mil 500 años atrás, en unos de los primeros textos védicos de la antigua India (los textos más antiguos de la literatura india, base de la religión védica, que refiere desde el sánscrito al conocimiento).

Según se dice, en la zona que está justo debajo de los ojos, tenemos unas glándulas sebáceas que producen un olor único en cada persona. De esta manera, los antiguos indios del norte del país, se olían los unos a los otros y, como pasaban sus narices por la mejilla de la otra persona y después por la nariz hacia la otra mejilla, Kirshenbaum apunta a que algunos pudieron terminar en los labios.

No sólo son los indios, pues también se puede considerar a los romanos como la primera gran cultura besadora. Ellos tenían varios tipos de besos, entre los que se encuentra, por decir un ejemplo, el "savium", que ahora lo conocemos como el beso con lengua (basándose en la palabra "saliva" que hasta la actualidad seguimos usando) y, según se cuenta, les encantaba practicar el savium todo el tiempo.

En algunas partes, ver a dos personas besarse resultaba algo muy desagradable, y era de esperarse si consideramos que en aquellos tiempos no se usaba lavarse los dientes, usar hilo dental y esas cosas "modernas" que usamos hoy en día. Es por eso que besar no era algo muy tentador que digamos; sin embargo, ya en el pasado nos olíamos, nos tocábamos, lamíamos, chupábamos y mordisqueábamos.

Interactuar con el cuerpo de la otra persona para conectar es algo que hemos hecho desde tiempos inmemorables. Esa conexión se ha vuelto muy importante para fortalecer vínculos, mantenernos unidos y así aumentar los niveles de hormonas y neurotransmisores que hacen que "conservemos" nuestras relaciones principales. Por supuesto, besar juega un papel muy importante en esta conexión.

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