¿Se parecen los gimnasios actuales a los de la Antigua Grecia?
En la Grecia antigua los grandes filósofos proponían una educación armónica y completa del ciudadano, que potenciara sus facultades físicas y mentales.
Mens sana in corpore sano es una expresión muy repetida a lo largo de la historia que nos retrotrae a la práctica deportiva en el mundo clásico. Aunque el poeta Juvenal escribió esta frase con otro sentido (la necesidad de orar para tener un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado), la utilizamos para hacer referencia al hecho de conseguir con el ejercicio físico no solo beneficios en el cuerpo sino también en la mente.
En la Grecia antigua los grandes filósofos proponían una educación armónica y completa del ciudadano, que potenciara sus facultades físicas y mentales: “la gimnasia para el cuerpo y la música para el alma”, decía Platón. Este interés por una formación integral explica también la evolución que experimenta el edificio griego llamado a convertirse en una auténtica “escuela”.
Cuando ahora entramos en un gimnasio no resulta evidente caer en la cuenta de que los primeros surgieron en la Grecia clásica y de que incluso su nombre deriva de allí.
El deporte era salud en Grecia
La palabra gimnasio procede del término griego gymnós, que significa “desnudo”, de modo que gimnasia es la actividad que se hacía desnudo. El historiador Tucídides y el filósofo Platón confirman que los griegos fueron, a diferencia de otros pueblos, los primeros en practicar el ejercicio físico desnudándose en público.
Es en la Grecia antigua, a la que tanto debemos en la civilización occidental actual, donde por primera vez nos encontramos con un edifico específico dedicado a la práctica del ejercicio físico.
Además de las fuentes literarias, que describen el desarrollo de diferentes actividades deportivas, contamos con la cerámica griega (ánforas, cráteras, vasos…), en la que se representan los atletas desnudos practicando una gran variedad de ejercicios (carreras, lanzamiento de disco y jabalinas, salto de longitud, pancracio, pugilato, pentatlón o hípica). Es muy curioso ver cómo, mientras los atletas están completamente desnudos, los entrenadores aparecen vestidos y con barba, dando así prueba de su madurez y sabiduría.
Museo Británico / Wikimedia Commons
También esta cerámica nos informa de los objetos que se utilizaban en los gimnasios para la práctica deportiva, los discos, las alteras, los estrígilos para frotarse la espalda, etc.
Este entrenamiento en los gimnasios podía estar motivado por la participación en los certámenes deportivos o simplemente para mantenerse en forma y cultivar la salud. Los griegos eran conscientes de que la práctica del ejercicio físico favorecía la salud física y mental de los ciudadanos. En origen el entrenamiento para la caza y la guerra había sido casi la única práctica física existente, si bien en Atenas el deporte es valorado por sí mismo como un elemento formativo.
Esta institución pública, creada en un principio para la instrucción militar, poco a poco se va convirtiendo en un centro de vida intelectual, no solo de entrenamiento físico. Por ejemplo, el lugar donde Platón dio a conocer su filosofía era un gimnasio, llamado Academia.
La evolución del tipo de educación en la Grecia antigua lleva aparejada la transformación de los gimnasios. A partir del siglo IV a.e.c. se empiezan a construir en el centro de la ciudad y dejan de hacerse a las afueras. Esto indica que había aumentado el número de ciudadanos que acudían al gimnasio y que buscaban llenar los momentos de ocio con deporte y actividad intelectual, no solo entrenarse para la actividad militar.
¿Qué dependencias tenía un gimnasio griego?
Los hallazgos arqueológicos han sacado a la luz numerosas construcciones esparcidas por el Mediterráneo oriental y por las regiones de Asia a las que llegaron los griegos. Los restos nos informan de cómo era su planta, sus diferentes estancias, su decoración artística.
Marie-Lan Nguyen / Wikimedia Commons, CC BY
En el gimnasio destaca la figura del entrenador, pedotriba y el ejercicio de la lucha (palé). El significado originario de paidotribes es “el que ejercita al niño (paîs)”, aunque se aplica a toda persona, sin ser necesariamente niño ni joven. El término griego tríbo, que se emplea en contextos de trabajo artesanal, hace referencia a que el entrenador golpea, calienta, hace maleable el cuerpo a través de su esfuerzo, como hacen los artesanos con el hierro.
El espacio contaba con un vestuario (apodyterion), un baño (loutron) y una estancia para darse el aceite por el cuerpo antes de entrenar (aleipterion). Existía también una sala específica para el entrenamiento de los púgiles (sphairisterion), con sacos para entrenar con los puños.
Todos estos compartimentos se situaban en torno a un patio de arena –la palestra, “lugar donde se lucha”– donde competían los atletas. Los pedotribas se encargaban de dirigir la lucha, estableciendo los ejercicios más adecuados, y de separar a los competidores.
A esas zonas mencionadas, propias de un lugar dedicado a la práctica deportiva, se añade una sala de conferencias (exedra). Esta sala se amplía con el tiempo, lo que indica la importancia que va adquiriendo la actividad intelectual en la formación del ciudadano y, por tanto, en la configuración del gimnasio. Allí acudían músicos, poetas, filósofos oradores a dar a conocer sus artes.
Pero el gimnasio también tiene una parte externa, una pista al aire libre (drómos) para correr, espacios con árboles para pasear (peripátos) y otras zonas cubiertas con pórticos.
Luarvick / Wikimedia Commons, CC BY-SA
Un gimnasio actual es algo diferente, centrado únicamente en el entrenamiento del cuerpo, ya que se sigue conservando el interés por mantenerse en forma por sus beneficios saludables.
Sin embargo, en varios países europeos, especialmente en los de tradición germánica, se sigue utilizando el nombre de Gymnasium para referirse a centros de enseñanza media o bachillerato, similar a un Instituto o Liceo. En esta institución educativa se mantiene aquel espíritu de la antigua Grecia de formar el cuerpo y la mente para conseguir un ciudadano completo.
Jesús M. Nieto Ibáñez, Catedrático de Filología Griega, Universidad de Valladolid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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