¿Son las caricaturas clásicas demasiado violentas para los niños de hoy?

ESPAÑA.-El debate sobre si los dibujos animados clásicos son demasiado violentos para los niños contemporáneos ha sido objeto de reflexión.

Milagros Torrado Cespón, Anita Feridouni Solimani, Cláudia Maria Costa Dias, profesoras en la Universidad Internacional de La Rioja, destacan la nostalgia por los tiempos dorados de la animación, donde personajes como el pato Donald, el Coyote y el gato Tom protagonizaban situaciones cómicas y a menudo violentas.

Plantean la cuestión de si esta representación de la violencia en la infancia tiene repercusiones en la construcción de la identidad, considerando que la animación no fue originalmente destinada exclusivamente a un público infantil.

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Mencionan la evolución de la violencia en la animación, desde las peleas físicas en dibujos clásicos hasta los ataques verbales en series más recientes.

¿Qué sugieren para los padres?

La sugerencia para padres y educadores es proporcionar herramientas para que los niños interpreten estos mensajes, favoreciendo una alfabetización visual progresiva.

Las expertas destacan la importancia del diálogo continuo y la formulación de preguntas reflexivas para ayudar a los niños a distinguir entre realidad y fantasía.

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También abordan el juego simbólico violento en la infancia, indicando que es una parte natural del desarrollo, pero resalta la necesidad de un equilibrio saludable.

Se insta a los adultos a comprender que estos juegos pueden ser estrategias de autoconocimiento e imaginación.

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En el contexto actual de abundancia de contenidos y medios, enfatizan la responsabilidad compartida entre padres y educadores para desarrollar la capacidad crítica de los niños.

Abogan por la inclusión de la educación en medios en los planes gubernamentales, con materias como educación artística y cultura visual que permitan a los jóvenes interpretar y cuestionar reflexivamente las representaciones mediáticas, incluidos los dibujos animados.

El llamado final es a fomentar el diálogo desde temprana edad, cultivar una mirada crítica y promover la educación artística y visual como herramientas esenciales para enfrentar el diluvio de imágenes en la era digital.

Artículo original publicado en The Conversation