Volumetría de magno nivel
Un cuadro de 12 metros de altura es algo que pocas veces se ve en un hogar, afirma el arquitecto Daniel Álvarez, y es uno así el que luce en el muro junto a las escaleras interiores de la Casa Escondida.
Las dimensiones de este elemento son proporcionales a la residencia, de más de mil metros cuadrados de construcción, donde se despliega un programa de estancia, comedor, terrazas, oficina, bar, cocina, baños, family, tres recámaras con baño-vestidor, así como la habitación principal.
La vivienda debe su nombre a la forma en que se distribuye, pues el terreno donde se aloja tiene una geometría curva en una de sus aristas al nivel del acceso, y en su topografía había un desnivel deprimido de la calle con varios metros, por lo cual los espacios sociales se despliegan hacia abajo, a la altura del jardín.
“El terreno tiene una pendiente muy importante, del nivel de calle hacia arriba sólo sale un nivel, y hacia abajo son tres, incluidos los estacionamientos”, explica Álvarez, líder de Grupo Arquitectura y autor de la obra.
“Todo se abre hacia el sur, justamente desde la calle no se ve, sólo observas un nivel, pareciera que la residencia está enterrada”.
Así, el concepto de diseño es cerrado hacia la calle y muy abierto hacia las zonas ajardinadas con la relación constante interior-exterior.
“Abres las puertas y estás en la terraza, pero ésta tiene el mismo piso, el mismo acabado, plafón e iluminación; cuando abres todo y tienes mucha gente puedes estar conviviendo directamente”, añade el artífice.
La casa se construyó con una estructura metálica y muros de concreto, lo que permitió librar grandes claros y volados. En toda su volumetría, la vivienda está forrada de piedra basáltica.
Acertada distribución
El acceso a la residencia es por un vestíbulo que de inmediato conecta con el pasillo de vidrio, el cual viaja a lo largo de las estructuras metálicas que soportan la casa. Las habitaciones se encuentran a nivel de la calle.
Luego, una escalera amplia baja a las estancias y queda al descubierto el área principal, que alberga la sala, comedor, bar, estar familiar, desayunador, terrazas, biblioteca y cocina.
El salón está contenido entre jardines con gran altura y ventanales hacia los dos costados. La escalera baja separada del muro, como si flotara con sus peldaños de granito, y es en esa pared donde luce el gran cuadro.
Predominan los materiales fríos -vidrio, estructuras metálicas, distintos tipos de piedra-, pero la casa se siente cálida, pues se incorpora madera de roble en la gran cubierta de la construcción.
Este proyecto se hizo desde cero y bajo la petición de los clientes por dar un buen despliegue a las áreas sociales porque gustan de recibir visitas. En cuanto a la paleta de color, la apuesta fue acabados monocromática en tonos de grises.
Para el arquitecto, el sello de esta casa es que se ve muy sólida, como si fuera una escultura gigantesca.
“No hay un solo muro que no tenga piedra o madera, eso le da mucha potencia, carácter, se siente muy sólida, muy robusta”, concluye.
En corto..
+ La casa abarca mil 200 metros cuadrados de construcción.
+ Además de las amplias áreas sociales, el sótano tiene también cuartos de máquinas, cisternas y bodegas.
+ Fue finalista del Premio Firenze Entremuros 2023 en la categoría Residencia Unifamiliar Mayor a 250 metros.