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Integración naturalmente orgánica

Localizada en un terreno irregular del Barrio de San Sebastián, en Mérida, Yucatán, esta casa respeta y rescata un árbol de tamarindo para convertirlo en el protagonista del proyecto.

Integración naturalmente orgánica

La decisión de Taller Estilo Arquitectura, a cargo del diseño, fue abrazar la vasta vegetación preexistente dándole forma a una residencia que celebra la simbiosis entre arquitectura y entorno natural.

“Antes muchas casas compartían algo que es como un corazón de manzana, no estaban juntas ni compartían terreno, sino que se formaba esta área verde en los patios y eso creaba el corazón. En este caso, los dueños tuvieron la oportunidad de comprar justamente ese corazón de manzana donde ya existía el árbol de tamarindo, del cual toma su nombre el proyecto, y en torno a él se genera el diseño”, declaró el arquitecto Víctor Alejandro Cruz.

Otro elemento que destaca es la pared conductora que recibe al usuario y lo guía a través del terreno, lo que crea un recorrido ameno que va desde el acceso hasta el centro de la vivienda. Esta pieza se hace presente y se transforma en toda su longitud, pues a veces, es totalmente ciega e imponente con sus más de seis metros de altura, y otras, se abre para crear una ventana que enmarca los elementos estructurales y la naturaleza.

“Justamente este gran muro, que es el otro eje que permite todo el diseño de la residencia, posee un recubrimiento de cemento pulido con color mineral, pero en este caso el agregado es un tono negro-grisáceo”, comentó Cruz.

Las áreas públicas y privadas de este hogar se separan de manera natural gracias a su orientación y responden a la ubicación original del tamarindo, manteniendo la mayor parte del paisaje nativo intacto e introduciéndolo al interior.

TRAZO HORIZONTAL

Si bien el programa arquitectónico no era complejo, las características del terreno, los requerimientos del cliente, la vegetación de gran tamaño que había que conservar y los elementos colindantes fueron los factores que crearon el reto de resolver el programa en una sola planta.

Ese único nivel se conforma por dos habitaciones con baño, sala, comedor, cocina, estudios de obra plástica y escritura. Además, las áreas exteriores contemplan jardín, piscina, comedor, sala y camastros.

Las recámaras son espaciosas y luminosas, creando ambientes acogedores y relajantes, pero con identidades propias.

“Justamente los propietarios querían hacer algo distinto en las habitaciones, anhelaban un piso de pasta tradicional de las casas antiguas del centro de Yucatán, a pesar de que en todos los espacios comunes se utilizó el mármol. Buscaban, además, que cada uno de los dormitorios tuviera su propia identidad, por lo cual se seleccionaron dos modelos diferentes de piso de pasta”, detalló el artífice.

La vivienda permite a sus habitantes disfrutar de diversos espacios donde se buscó la mejor orientación posible para el aprovechamiento de los vientos cruzados y la iluminación natural.

“La casa se giró para que tuviera vista hacia el norte y pudiera generar esta posición adecuada para tener ventilación cruzada en todos los espacios. El esquema de patio central permite que tengamos una iluminación natural en todas las áreas y los canceles de herrería y cristal se hicieron pensando en que se lograra la mayor cantidad de luz”, concluyó el arquitecto.

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