Siete comportamientos de una persona que desde su niñez tuvo demasiadas responsabilidades, según la psicología: ¿Qué es la parentificación?

Fomentar la independencia en los niños desde una edad temprana es de gran importancia para su desarrollo emocional y social. Según Esther Wojcicki, experta en crianza, “permitir que los niños realicen tareas cotidianas de manera independiente les empodera”.

Este proceso no solo fortalece su confianza, sino que también les ayuda a desarrollar resiliencia y a enfrentarse a los fracasos con mayor seguridad.

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El pediatra estadounidense Jonathan Williams coincide, señalando que involucrar a los niños en las tareas del hogar es una práctica fundamental para criar personas felices y responsables.

Sin embargo, es importante establecer un equilibrio. Dar demasiadas responsabilidades a los niños puede derivar en un fenómeno conocido como parentificación, que puede tener efectos duraderos en su desarrollo, según los expertos en psicología.

¿Qué es la parentificación y por qué importa?

La parentificación ocurre cuando los niños asumen roles propios de adultos, ya sea en el ámbito emocional o instrumental.

Según los expertos de Mentes Abiertas, existen dos tipos principales:

• Parentificación instrumental: Ocurre cuando el niño asume tareas prácticas, como cuidar a sus hermanos menores o encargarse de las labores del hogar.
• Parentificación emocional: Sucede cuando el niño se convierte en el confidente o soporte emocional de sus padres.

Este fenómeno puede generar consecuencias negativas a largo plazo, afectando el desarrollo emocional y la vida adulta de quienes lo experimentaron.

A continuación, te presentamos una lista de cómo la parentificación puede moldear patrones de comportamiento en la adultez.

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Consecuencias de la parentificación en la vida adulta

1. Dificultad para identificar tus necesidades

La crianza en un entorno donde las necesidades propias quedan relegadas puede dificultar la capacidad de reconocer lo que realmente se necesita.

Según la investigación, los adultos que crecieron con responsabilidades excesivas suelen tener problemas para definir su identidad y entender sus deseos.

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2. Tendencia a complacer a otros

Cuidar de los demás desde temprana edad puede llevar a un patrón de complacencia.

Según el Dr. Harold Bloomfield, esto ocurre porque el niño aprende a priorizar el bienestar de otros sobre el propio, lo que en la adultez se traduce en la necesidad constante de aprobación.

3. Reticencia a pedir ayuda

Los niños parentalizados suelen asociar la autosuficiencia con su supervivencia emocional.

En la adultez, esto se refleja en la dificultad para pedir apoyo, ya que lo perciben como una señal de debilidad.

4. Asumir siempre el rol de cuidador

La experiencia de ser el “pilar” de la familia fomenta un patrón en el que, incluso sin necesidad explícita, el adulto asume la responsabilidad de cuidar a los demás.

5. Miedo al abandono

El apego desarrollado en la infancia puede afectar las relaciones en la adultez.

Según un estudio de la Universidad de Columbia, los adultos parentalizados tienden a experimentar ansiedad por el rechazo y la pérdida debido a la dependencia emocional generada en su niñez.

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6. Problemas para establecer límites

Crecen sin herramientas para definir lo que consideran aceptable en sus relaciones, ya que estas dinámicas no se fomentaron durante su infancia.

7. Necesidad de controlar todo

La falta de un entorno predecible en la infancia lleva a desarrollar un comportamiento controlador en la adultez como una forma de sentirse seguros.

¿Cómo evitar la parentificación?

La crianza equilibrada es clave. Permitir a los niños colaborar en tareas adecuadas para su edad fomenta su desarrollo, pero es esencial que no asuman responsabilidades para las cuales no están preparados.

Algunas recomendaciones prácticas incluyen:

• Delegar tareas apropiadas para su etapa de desarrollo.
• Evitar que los niños se conviertan en confidentes emocionales de los padres.
• Enseñarles a reconocer y expresar sus propias necesidades.

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Al ofrecer un entorno de apoyo y equilibrio, se puede fomentar una autonomía saludable sin los riesgos asociados a la parentificación.