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Qué significa que tengas que abrazar una almohada mientras duermes para poder estar cómodo, según la psicología

Abrazar una almohada puede estar relacionado con factores emocionales, psicológicos y hasta con nuestra forma de establecer vínculos con otros.

Dormir abrazando una almohada es un hábito común que muchas personas realizan sin darse cuenta. Aunque pueda parecer un gesto simple o instintivo, la psicología nos ofrece interesantes perspectivas sobre este comportamiento.

Abrazar una almohada puede estar relacionado con factores emocionales, psicológicos y hasta con nuestra forma de establecer vínculos con otros.

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Un gesto de autorregulación emocional

La necesidad de abrazar algo mientras dormimos, como una almohada, un cojín o incluso un peluche, está asociada con la búsqueda de confort emocional. Según estudios recientes en psicología del sueño, este comportamiento actúa como una forma de autorregulación emocional, es decir, nos ayuda a calmar la mente y el cuerpo durante el descanso.

De hecho, el contacto físico simulado al abrazar una almohada puede activar el sistema parasimpático, encargado de relajar el cuerpo y disminuir el estrés.

En momentos de ansiedad o soledad, este gesto podría funcionar como un sustituto del abrazo humano, ofreciendo una sensación de seguridad y estabilidad.

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El papel de la teoría del apego

La teoría del apego, desarrollada por el psicólogo John Bowlby, podría explicar también este hábito. Según esta teoría, las experiencias de apego en la infancia influyen en nuestras conductas a lo largo de la vida, incluida la forma en la que buscamos consuelo o establecemos vínculos.

Abrazar una almohada puede ser un reflejo inconsciente de una necesidad de cercanía emocional o una forma de revivir la sensación de seguridad que brindaba un cuidador durante la niñez.

Un estudio publicado en el Journal of Sleep Research destacó que las personas con un estilo de apego inseguro, como el apego ansioso, tienden a buscar objetos que les brinden una sensación de compañía o apoyo durante la noche.

Abrazar almohadas y la calidad del sueño

Desde una perspectiva práctica, abrazar una almohada no solo tiene implicaciones emocionales, sino también físicas. Este gesto puede mejorar la postura al dormir, especialmente si la almohada se coloca estratégicamente entre las piernas o bajo el abdomen en ciertas posiciones. Esto ayuda a alinear la columna vertebral y a reducir el dolor lumbar.

Además, algunos terapeutas del sueño recomiendan el uso de almohadas corporales para personas que sufren insomnio, ya que abrazarlas puede inducir un estado de relajación y facilitar un sueño más reparador.

¿Es un comportamiento preocupante?

En la mayoría de los casos, dormir abrazando una almohada no es motivo de preocupación. Sin embargo, si el gesto está acompañado de una sensación persistente de tristeza, ansiedad o necesidad extrema de contacto, podría ser útil explorar estas emociones con un terapeuta. Esto ayudaría a determinar si el hábito refleja una carencia emocional más profunda que necesite atención.

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Un giro práctico: cómo elegir una almohada ideal para abrazar

Si abrazar una almohada forma parte de tu rutina nocturna, elegir una adecuada puede marcar la diferencia en tu descanso.

Aquí algunas recomendaciones:

  • Forma y tamaño: Opta por una almohada larga o corporal si buscas mayor comodidad.
  • Relleno: Los materiales como el memory foam o plumas suaves ofrecen un equilibrio entre firmeza y confort.
  • Funda: Usa una funda de algodón o tela transpirable para evitar el calor excesivo.

Abrazar una almohada al dormir puede ser más que un simple hábito; es un reflejo de nuestras emociones, necesidades de confort y hasta de nuestra salud física. Este gesto, lejos de ser insignificante, subraya la importancia de cómo buscamos el equilibrio emocional incluso en momentos de descanso.

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Si te identificas con esta práctica, ¡sigue abrazando tu almohada! Quizá sea el secreto detrás de tus noches más tranquilas.

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