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La sincronización menstrual: ¿mito o realidad científica?

La teoría de que los ciclos menstruales de las mujeres se alinean cuando pasan mucho tiempo juntas ha sido tema de debate por décadas.

La sincronización menstrual: ¿mito o realidad científica?

Una de las creencias más comunes es que los ciclos menstruales de las mujeres tienden a sincronizarse cuando pasan mucho tiempo juntas, ya sea en un ambiente cerrado o en una relación cercana.

Este fenómeno, conocido como sincronización menstrual, fue propuesto por la psicóloga Martha McClintock en 1971, tras un estudio realizado en estudiantes universitarias que vivían juntas. Según McClintock, las feromonas serían las responsables de esta sincronización.

El estudio de McClintock y sus resultados iniciales

En su estudio original, McClintock observó que las mujeres que vivían en dormitorios compartidos tendían a sincronizar sus ciclos menstruales. Esta teoría de la sincronización fue ampliamente aceptada durante años y promovida en la cultura popular, sugiriendo que pasar tiempo juntas afectaba directamente los ciclos hormonales de las mujeres.

La evidencia actual: el fin del mito de la sincronización menstrual

No obstante, estudios más recientes han cuestionado esta creencia. Varios trabajos realizados en las últimas décadas han intentado replicar los resultados de McClintock, pero han fallado en encontrar evidencia sólida que respalde la idea de que los ciclos menstruales de las mujeres se alinean de manera significativa. En 2013, un estudio publicado en Human Reproduction concluyó que no había evidencia de sincronización, sugiriendo que la creencia era más bien una coincidencia estadística que un fenómeno biológico real.

Según Rachel L. Alvarado, quien dirigió el estudio, los resultados anteriores podrían haberse influido por el sesgo de confirmación, ya que las personas tienden a notar patrones donde no existen, especialmente cuando tienen una creencia previa sobre el tema. La sincronización observada podría, por tanto, explicarse por la variabilidad natural de los ciclos menstruales.

Factores que podrían influir en la percepción de la sincronización menstrual

El estrés, la dieta y otros factores hormonales son elementos que pueden influir en la duración y el patrón de los ciclos menstruales. Estos aspectos pueden explicar por qué algunas mujeres sienten que sus ciclos se sincronizan cuando en realidad esto no ocurre de forma biológica. Es posible que la percepción de sincronización esté influenciada por la cercanía emocional o las experiencias compartidas.

Conclusión: La ciencia sigue cuestionando el mito

A pesar de que el estudio de McClintock ayudó a popularizar la teoría de la sincronización menstrual, los estudios científicos actuales refutan la idea de que este fenómeno sea biológicamente real. Las investigaciones sugieren que los ciclos menstruales no se sincronizan de forma natural y que las coincidencias observadas son más bien aleatorias. Sin embargo, la creencia sobre la sincronización continúa siendo común entre las mujeres, pero la ciencia moderna invita a reflexionar sobre su validez.

Una de las creencias más comunes entre las mujeres es que sus ciclos menstruales tienden a sincronizarse cuando pasan mucho tiempo juntas. Esta teoría, conocida como sincronización menstrual, fue propuesta por la psicóloga Martha McClintock en 1971, tras un estudio en el que observó que las mujeres que vivían en ambientes cerrados, como en dormitorios de universidades, parecían sincronizar sus ciclos menstruales. McClintock sugirió que las feromonas, sustancias químicas que emiten las personas, podrían ser las responsables de este fenómeno.

En su estudio original, McClintock observó que las mujeres que vivían juntas en un entorno cerrado, como en habitaciones de estudiantes universitarias, mostraban una tendencia a que sus ciclos menstruales se alinearan con el tiempo, un fenómeno que parecía ocurrir de forma natural. Esta teoría de la sincronización, en sus primeros años, fue ampliamente aceptada y citada en la cultura popular.

¿Qué dice la ciencia actual?

Sin embargo, investigaciones más recientes han puesto en duda la validez del efecto McClintock. Aunque muchos afirman haber experimentado este fenómeno, estudios más amplios y controlados han revelado que la sincronización menstrual no es un fenómeno biológico comprobado, sino más bien una coincidencia estadística.

Varios estudios realizados en los últimos años han intentado replicar los resultados de McClintock, pero han fallado en encontrar evidencia sólida que respalde la idea de que los ciclos menstruales de las mujeres se alinean de manera significativa. Algunos científicos argumentan que los ciclos menstruales pueden coincidir por pura casualidad, ya que los ciclos varían en longitud y es común que se solapen en diferentes momentos.

En 2013, una investigación publicada en la revista Human Reproduction concluyó que la sincronización menstrual no era más que un mito. En su estudio, los investigadores rastrearon los ciclos de cientos de mujeres y no encontraron pruebas de que sus ciclos se sincronizaran de manera real. Además, la autora del estudio, Rachel L. Alvarado, sugirió que las investigaciones anteriores podrían haber sido influenciadas por un sesgo de confirmación, ya que las personas tienden a notar patrones cuando ya tienen una creencia previa, incluso si esos patrones no existen realmente.

¿Qué factores podrían influir en la percepción de la sincronización menstrual?

La creencia en la sincronización menstrual sigue siendo fuerte en muchas mujeres, probablemente debido a la conexión emocional y cultural que se ha establecido entre las mujeres y sus ciclos. Muchas personas reportan sentir que sus ciclos se sincronizan con amigas o compañeras de trabajo, lo cual refuerza la idea del fenómeno. Sin embargo, la ciencia moderna indica que estos relatos podrían deberse a la naturaleza variable de los ciclos menstruales, más que a una influencia externa.

Algunas teorías sugieren que factores como el estrés, la dieta, el ejercicio y otros aspectos hormonales pueden ser los que realmente influyen en la duración y el patrón de los ciclos menstruales, y no la sincronización con otros individuos.


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