Mujer se divorció de su esposo con cáncer terminal para cuidar de ella misma: "No soy una mala persona"
Tomó la difícil decisión de divorciarse de su esposo cuando él estaba al borde de la muerte por cáncer testicular y fue juzgada por la sociedad; ahora ayuda a otras personas a vivir una mejor vida y alienta a otras mujeres a no sentir culpa por ponerse en primer lugar a ellas mismas.
Una mujer que enfrentó una desaprobación generalizada por divorciarse de su esposo moribundo ha hablado sobre su difícil decisión y ha compartido por qué defiende su elección.
Yana Fry (una entrenadora de vida, de San Petersburgo, Rusia, ahora con sede en Singapur), de 40 años, se casó con su esposo, entonces de 37, cuando ella tenía 22 años. La pareja se conoció alrededor de un año antes de casarse, y Yana cree que "se apresuró a ese matrimonio", aunque inicialmente creyó que se estaba "casando de por vida", informa Mirror.
En el momento de su matrimonio, Yana vivía en Nueva York, ya que la pareja se mudó por el trabajo de su esposo poco después de su boda, en un movimiento que dejó a Yana sintiéndose aislada.
Estaba aprendiendo inglés en ese momento. No tenía amigos, ni parientes. Estaba en aislamiento total sin sistema de apoyo", reflexionó el entrenador de vida.
Diagnóstico devastador
Trágicamente, su esposo fue diagnosticado con cáncer testicular tres meses después del matrimonio.
Estaba en estado de shock. Cuando escuché por primera vez el diagnóstico, me tomó seis meses poder decir la palabra cáncer. Vimos diferentes tipos de médicos. Ni una sola persona me había ofrecido ayuda. Nunca preguntaron: ‘¿Necesitas un sistema de apoyo? ¿Eres parte de un grupo de asesoramiento?’… Esperaba lo mejor con el cáncer de mi ex marido, pero luego pasaron los años y comencé a perder la esperanza. Fueron cinco años con todos los tratamientos, y comenzó a cambiar la dinámica dentro de nuestra relación. No fue hasta ese quinto año que comencé a pensar en irme. Pero sentí que no podía decir nada. Cuando alguien está muriendo a tu lado, sientes que no puedes hablar de tu propio bienestar porque lo comparas con su sufrimiento".
No obstante, la trágica pérdida de una de las amigas de Yana cambió su mentalidad. Ella explicó: "Fue mi primer funeral, y fue muy impactante. En mi mente, en ese momento, el suicidio se convirtió en una opción, a pesar de que nunca antes lo había considerado. Estaba en muy mal estado… Estaba muy claro para mí que si no me salvaba, probablemente iba a morir".
A los 27 años, Yana tomó la decisión de dejar a su esposo, a quien dijo que continuó apoyando, asistiendo a citas médicas con él después de que se divorciaron.
“Al comienzo de su tratamiento, todavía estaba pendiente de mí. Sintió aún más lástima por sí mismo debido al divorcio. No puedo decir que me apoyara enormemente, pero era comprensible. Pero lo que fue aún más difícil fue la reacción de la sociedad, la cual no esperaba”.
La sociedad se fue en contra suya
“La gente me envió mensajes horribles. No quiero llamarlo odio, pero estaba muy cerca de eso”, cuenta la mujer. "La gente estaba sufriendo y querían culpar a alguien. Su familia estaba muy decepcionada. Cuando falleció, dos años después, a pesar de que se casó de nuevo, todavía estaban tan enojados que ni siquiera sintieron la necesidad de informarme sobre su fallecimiento".
Yana dijo que se enteró de su muerte leyendo un tributo en Facebook.
Mi primera reacción fue: 'Debes estar bromeando. Alguien me habría llamado y me lo habría dicho". Pero nadie lo hizo", recordó. "Tuve que tener años de terapia para aprender que no soy una persona horrible por tomar la decisión que tomé. Estaba tan feliz y tan emocionada y tan aliviada de que se volviera a casar antes del final. Realmente espero que hayan tenido una hermosa vida juntos".
Agregó que en última instancia no se arrepiente de su decisión, y desde entonces ha encontrado el amor y la felicidad en ella misma. "Finalmente estoy aprendiendo a amarme a mí misma y aceptarme por lo que soy", señaló.
Yana espera que su historia anime a otras mujeres que podrían estar luchando.
"Siento que nosotras, especialmente las mujeres, generalmente somos educadas en la mentalidad de servir a los demás, pero cuando vas en contra de eso, aprendes mucho sobre la resiliencia y la autoconciencia", explicó. "Aprendes a no agrietarte bajo la presión del mundo. Estar tan cerca de la muerte me ha hecho apreciar la vida mucho más también. Cuando entiendes lo frágil que es la vida, muchos conflictos simplemente desaparecen. Tratas cada día como un bono".
Te puede interesar: Mujer asegura que trabajar con asesinos, violadores y prisioneros de máxima seguridad destruyó su vida amorosa
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí