¿Por qué es difícil percibir nuestro propio aroma?
La adaptación neurosensorial es clave en este proceso, inhibiendo las respuestas a estímulos constantes, como nuestro propio olor
HERMOSILLO, Son.- Cuando se trata de olores, los humanos tienen una capacidad sorprendente que a menudo subestimamos. Aunque solemos creer que los perros son superiores en el sentido del olfato, la realidad es que los humanos también despuntamos en este sentido, contando con aproximadamente 400 receptores olfativos diferentes capaces de registrar diez tipos de olores y más de mil millones de aromas. A pesar de esta habilidad, surge una pregunta intrigante: ¿por qué nos resulta difícil percibir nuestro propio aroma?
Factores biológicos y adaptación:
Nuestro sistema olfativo está diseñado para detectar cambios en el entorno, alertándonos sobre la presencia de nuevos olores o posibles peligros. La adaptación neurosensorial es clave en este proceso, inhibiendo las respuestas a estímulos constantes, como nuestro propio olor. Esta adaptación, si bien es esencial para enfocarnos en olores externos relevantes, también contribuye a la dificultad de evaluar objetivamente nuestro propio aroma.
La exposición continua a nuestro propio aroma conduce a la familiaridad, disminuyendo nuestra sensibilidad hacia él. Este fenómeno, conocido como atenuación sensorial, implica que, al acostumbrarnos a nuestro olor característico, nuestro sistema olfativo se vuelve menos receptivo. Aunque podemos oler nuestros propios olores, con el tiempo nos volvemos insensibles a ellos, un proceso conocido como fatiga olfativa.
Además de los factores biológicos, las interacciones cognitivas también desempeñan un papel en la percepción de nuestro propio olor. La mente humana tiende a enfocarse en estímulos cambiantes o inusuales, lo que influye en cómo percibimos nuestro entorno. Sin embargo, nuestra capacidad para detectar nuestro propio olor aumenta en situaciones específicas, como al consumir ajo. Este fenómeno es vital, ya que diversos estudios han encontrado vínculos entre el olor y más de una docena de enfermedades. Por ejemplo, un aliento que huele a fruta podrida podría ser indicativo de diabetes no tratada
A pesar de que los humanos somos criaturas visuales, el olfato es un sentido crucial que a menudo no recibe la misma atención que otros sentidos. La pandemia de COVID-19 ha reavivado el interés por el olfato, ya que muchas personas perdieron esta capacidad después de la infección. El olfato no solo nos conecta con nuestro entorno, sino que también está vinculado a la salud y a nuestras relaciones sociales.
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La dificultad para percibir nuestro propio aroma es un fenómeno fascinante que se origina en la interacción compleja entre factores biológicos y cognitivos. Aunque nuestra capacidad olfativa es excepcional, la adaptación, la familiaridad y la atención selectiva contribuyen a la dificultad de evaluar objetivamente nuestro propio olor. Este misterio sensorial continúa siendo objeto de estudio, ofreciendo perspectivas valiosas sobre la complejidad de la percepción y la importancia de un sentido que a menudo subestimamos.
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