MÉXICO.- Los exorcismos, aquellos rituales destinados a expulsar a los espíritus malignos que supuestamente poseen a personas o lugares, han cautivado la imaginación y provocado terror en la humanidad a lo largo de los siglos. Pero, ¿cuál fue el origen de esta práctica ancestral?

Según los registros más antiguos, los primeros exorcismos se remontan a la antigua Mesopotamia, en el primer milenio antes de Cristo. Allí, los sacerdotes-magos conocidos como ašipu se dedicaban a alejar y expulsar a los demonios que se creía causaban afectaciones en la salud y eventos desastrozos, utilizando amuletos, rituales y la invocación de figuras demoníacas aliadas.

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Posteriormente, en la época griego-romana, también hay evidencia de la realización de exorcismos. El historiador Josefo, del siglo I después de Cristo, compartió la historia de Eleazar, un hombre que liberó a otros de un demonio sacándoselo por las fosas nasales e invocando repetidamente el nombre del rey Salomón.

El cristianismo y el primer exorcismo documentado.

Con la llegada del cristianismo, los exorcismos se convirtieron en un medio para afirmar la fe, cambiando y adaptando este ritual. Renunciar al paganismo era un requisito para el bautismo, y caer bajo la influencia de creencias paganas se consideraba una forma de posesión. Por ello, los conversos y los candidatos al cristianismo se sometían a exorcismos diarios antes del bautismo.

A lo largo de los siglos, la Iglesia católica ha elaborado normas y rituales para llevar a cabo los exorcismos, que requieren la autorización de un obispo y la intervención de un sacerdote exorcista. Uno de los casos más famosos y documentados fue el de Nicole Aubrey, una mujer francesa poseída por cinco demonios en 1565, que fue liberada tras varios intentos del obispo de Laon. El caso de Nicole es considerado el primer exorcismo documentado por médicos.

Hoy en día, los exorcismos continúan siendo practicados en diversas religiones y culturas, atrayendo tanto a creyentes como a escépticos. Algunos los ven como una forma de sanación espiritual, mientras que otros los interpretan como manifestaciones de trastornos psicológicos o sociales.