Descubre el milenario árbol de alerce llamado el “abuelo” en Chile
Utilizando modelos estadísticos, los científicos estiman que este alerce tiene una edad mínima de 4,100 años.
CHILE.- En el corazón del Parque Alerce Costero, en el sur de Chile, se encuentra un testigo silencioso de la historia del clima de nuestro planeta: un árbol milenario que, con más de 5,000 años de vida, guarda en sus anillos secretos sobre el pasado y el futuro del clima en la Tierra.
Este majestuoso árbol, conocido como el “abuelo”, no es solo una maravilla de la naturaleza por su edad, sino también por la valiosa información que alberga. Investigadores, entre ellos Antonio Lara de la Universidad Austral de Chile, han tomado muestras de su tronco, logrando obtener datos que abarcan hasta 2,465 años. Utilizando modelos estadísticos, los científicos estiman que este alerce tiene una edad mínima de 4,100 años, con una probabilidad del 80% de superar los 5,000 años.
Los anillos de crecimiento del árbol son como páginas de un libro que narran la historia del clima. Durante años de temperaturas más altas y menos precipitaciones, los anillos son más estrechos, reflejando un crecimiento limitado debido a condiciones adversas. Estos patrones se repiten en otros árboles de la región, confirmando eventos climáticos significativos como los años extremadamente secos de 1851 y 1943.
La capacidad de estos árboles para almacenar carbono en su madera durante milenios subraya su importancia en la lucha contra el cambio climático. Los bosques de alerce, aunque pequeños en superficie, desempeñan un papel crucial en la reducción de la velocidad del cambio climático al capturar y retener carbono.
En el Parque Alerce Costero, los esfuerzos de conservación son una prioridad. Los guardaparques, además de proteger la biodiversidad, realizan patrullajes regulares para evitar la tala ilegal y asegurar que estos monumentos naturales sigan siendo una fuente de conocimiento y belleza.
La conexión con estos árboles no es solo científica, sino también espiritual y educativa. Para muchos, como los guardaparques que han crecido entre estos gigantes, el bosque es un aula viva. Desde temprana edad, aprenden los nombres de las plantas y entienden la dualidad de la vida y la muerte que coexisten en un árbol, donde solo una fina capa de células está viva mientras que el interior es tejido muerto.
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Este árbol milenario no solo nos ofrece una ventana al pasado, sino que también nos ayuda a mirar hacia el futuro. Los datos que proporciona son esenciales para mejorar los modelos climáticos y tomar decisiones más informadas sobre cómo enfrentar los desafíos del cambio climático. En cada anillo, el “abuelo” nos da lecciones valiosas sobre la resiliencia y la interconexión de la vida en nuestro planeta.
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