¿Por qué John F. Kennedy tenía un coco en su escritorio?
El coco que salvó la vida de Kennedy y su tripulación se exhibe hoy en el Museo John F. Kennedy en Boston
John Fitzgerald Kennedy, trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, es una figura histórica recordada por muchos aspectos. Sin embargo, pocos conocen la historia detrás del coco que decoraba su escritorio en el Despacho Oval, el cual simboliza una increíble historia de supervivencia durante la Segunda Guerra Mundial.
La misión de la PT-109
En abril de 1943, Kennedy fue asignado al Escuadrón Dos de lanchas torpederas, tomando el mando de la PT-109 en las Islas Salomón. Su misión principal era hundir barcos japoneses. Durante su tiempo al mando, Kennedy dirigió 30 misiones exitosas hasta que, el 2 de agosto de 1943, un destructor japonés chocó contra su lancha durante una patrulla nocturna.
El impacto del destructor causó la muerte de dos marineros, dejando a Kennedy y a otros diez supervivientes varados en medio del océano. Agarrándose a los restos flotantes de la lancha, esperaron el amanecer, cuando divisaron una pequeña isla en el horizonte. Al llegar, no encontraron ni agua ni alimentos, por lo que decidieron regresar al mar en busca de un lugar más habitable.
Encuentro con nativos y un rayo de esperanza
Después de cuatro días sin comida ni agua, llegaron a una nueva isla donde encontraron sombra, agua y cocos. Allí también conocieron a dos nativos, Eroni Kumana y Biuku Gasa, que formaban parte de una red de espionaje del ejército australiano. Kennedy sabía que necesitaba enviar un mensaje a la base aliada más cercana para organizar su rescate.
El mensaje en el coco
Kennedy escribió un mensaje en la cáscara de un coco, el cual fue entregado a Kumana y Gasa. Estos valientes nativos recorrieron 40 millas en su pequeña balsa hasta llegar a un guardacostas australiano, entregando el mensaje y asegurando el rescate de Kennedy y sus hombres. Este acto de valentía le valió a Kennedy la Medalla de la Armada y el Cuerpo de Marines, así como el Corazón Púrpura.
A lo largo de los años, Kennedy mantuvo contacto con Kumana y Gasa, enviándoles cartas y construyendo casas para sus familias. Ambos fueron invitados a asistir a su toma de posesión como presidente. En honor a esta experiencia que le salvó la vida, Kennedy decidió conservar el coco y colocarlo en su escritorio en el Despacho Oval. Hoy en día, este coco se exhibe en el Museo John F. Kennedy en Boston.
Así fue como un simple objeto llegó a representar un capítulo crucial en la vida de uno de los presidentes más emblemáticos de los Estados Unidos.
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