El secreto de la juventud eterna de los Tsimané: Salud y sabiduría en la selva boliviana

En lo más profundo de la selva amazónica boliviana, la comunidad tsimane desafía las expectativas de envejecimiento con una salud y vitalidad notables para su edad. Entre ellos, Martina Canchi Nate, de 80 años, destaca por su energía inagotable y su manera de vivir en armonía con la naturaleza. Su vida cotidiana, marcada por la siembra y la recolección de alimentos como yuca, maíz y plátano, es una manifestación viva de las prácticas ancestrales que parecen ser clave en su longevidad.

Según el antropólogo Hillard Kaplan, quien ha estudiado a los tsimane durante más de dos décadas, esta comunidad presenta una salud cardiovascular excepcionalmente buena, con arterias más saludables que las de personas de países industrializados como Japón y Estados Unidos. En un estudio publicado en 2017 en The Lancet, Kaplan y su equipo encontraron que el 87% de los tsimané mayores de 70 años tenían un riesgo mínimo de cardiopatía aterosclerótica. Además, una investigación de 2023 en Proceedings of the National Academy of Sciences reveló que los ancianos tsimanes tienen hasta un 70% menos de atrofia cerebral comparados con sus pares de países desarrollados.

Este bienestar prolongado se atribuye a un estilo de vida que combina una dieta natural y alta en fibra con una intensa actividad física diaria. Los tsimane, que realizan un promedio de 17,000 pasos al día, llevan una dieta basada en alimentos no procesados y bajos en grasas. La caza y la pesca, que requieren un esfuerzo físico significativo, forman parte integral de su vida, contribuyendo a una salud cardiovascular envidiable.

Sin embargo, la vida en la selva también presenta desafíos. La alta mortalidad infantil ha sido históricamente un factor que limita la esperanza de vida general. Además, los incendios forestales y el cambio climático están afectando negativamente sus prácticas tradicionales y su entorno, lo que podría impactar en su salud a largo plazo. El uso de motores fuera de borda para la navegación, por ejemplo, ha reducido el ejercicio físico y aumentado el acceso a alimentos procesados, elevando los índices de colesterol y diabetes entre los más jóvenes.

Pese a estos desafíos, la resiliencia de los tsimané es evidente. La comunidad sigue aferrada a sus costumbres ancestrales, encontrando en su vida sencilla y en la conexión con la naturaleza una fuente de bienestar y alegría. Justina Canchi, una de las líderes locales, destaca cómo el aislamiento durante la pandemia demostró la fortaleza de su modo de vida.

Mientras el mundo se enfrentaba al confinamiento, aquí la vida siguió igual, sin cuarentenas ni infecciones, porque todo lo teníamos a la mano para sobrevivir”.

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A medida que los científicos continúan investigando las causas detrás de esta notable salud, los tsimané siguen demostrando que una vida simple y activa puede ser una fórmula poderosa para una longevidad saludable. Como concluye Kaplan, la clave parece estar en la combinación de una dieta natural, una vida activa y una profunda conexión con la tierra que ha sido su hogar durante siglos.