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¿Quién es la “bruja galesa” y cómo se ganó ese apodo en el Reino Unido?

El análisis meticuloso de Wiltshire también permitió identificar el camino específico que el perpetrador había seguido para acceder a la zanja.

En el mundo de la ciencia forense, pocos nombres resuenan con tanta fascinación como el de Patricia Wiltshire, conocida en el Reino Unido como la “bruja galesa”. Su apodo, aunque evocador de magia y misterio, se basa en un profundo conocimiento científico que ha revolucionado la forma en que se investigan los crímenes. Wiltshire, una botánica y palinóloga galardonada, se ha ganado esta denominación por su habilidad única para resolver casos complejos mediante el análisis de plantas y polen.

La notoriedad de Wiltshire se consolidó en un caso particularmente famoso: la desaparición y asesinato de Jessica Chapman y Holly Wells en 2002. Las dos niñas de diez años desaparecieron el 4 de agosto, y su caso desencadenó una de las búsquedas más extensas en la historia criminal británica. A pesar de los esfuerzos de la policía y los voluntarios, las niñas no fueron encontradas sino hasta el 17 de agosto, cuando sus cuerpos fueron hallados en una zanja de riego en un estado avanzado de descomposición.

En medio de la investigación, la policía convocó a Patricia Wiltshire para que aplicara su expertise en ecología forense. Wiltshire, quien había desarrollado su carrera estudiando el polen y las esporas para reconstruir paisajes antiguos, se enfrentó a un desafío inusual: determinar cómo el asesino había accedido a la zanja sin dejar un rastro claro de su camino.

El método innovador de Wiltshire consistió en examinar las ortigas que rodeaban la zanja. Observó que las ortigas pisoteadas presentaban un patrón de recuperación que podía revelar el tiempo transcurrido desde que se habían dañado. “Las ortigas habían sido pisoteadas, pero se habían recuperado, así que el rebrote era lo importante”, explicó Wiltshire a la BBC. A través de un experimento en el que replicó el daño a las plantas, Wiltshire pudo calcular que los cuerpos habían sido depositados en la zanja poco después de la desaparición de las niñas.

El análisis meticuloso de Wiltshire también permitió identificar el camino específico que el perpetrador había seguido para acceder a la zanja. Durante la investigación, Wiltshire encontró un cabello de una de las víctimas en una ramita, lo que proporcionó una pista crucial sobre el modus operandi del asesino.

El principal sospechoso, Ian Huntley, el conserje de la escuela de las niñas, fue finalmente vinculado al crimen mediante pruebas forenses detalladas. Wiltshire identificó fibras y fragmentos de vegetación en la ropa de Huntley, que coincidían con las encontradas en la escena del crimen. Su testimonio contribuyó a la condena de Huntley a cadena perpetua.

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Patricia Wiltshire se ganó el apodo de “bruja galesa” por su capacidad casi mágica para descifrar los detalles ocultos en la evidencia forense. Su habilidad para transformar el estudio de las plantas en una herramienta vital para resolver crímenes ha hecho de ella una figura legendaria en el ámbito forense, y su trabajo ha dejado una huella indeleble en la justicia del Reino Unido.

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