¿Cómo operaban a las personas antes de la anestesia?
Antes de la anestesia, los pacientes eran plenamente conscientes durante las cirugías, lo que hacía los procedimientos extremadamente dolorosos.
CIUDAD DE MÉXICO.- En la década de 1830, el cirujano escocés Robert Liston era conocido por su rapidez en el quirófano. En una de sus operaciones, realizó una amputación en pocos minutos, mientras los espectadores esperaban ansiosos y los asistentes mantenían al paciente inmóvil. En esa época, la anestesia no existía, por lo que los pacientes estaban completamente conscientes durante las intervenciones quirúrgicas. El avance en la anestesia, que prometía operaciones más precisas al inducir la inconsciencia, fue un objetivo perseguido mucho antes de Liston.
El médico chino Hua Tuo, alrededor del año 200, ya había descrito una mezcla de alcohol y varios polvos para inducir la anestesia en sus pacientes. Además, en el siglo XIII, el cirujano árabe Ibn al-Quff escribió sobre el uso de drogas como cannabis, opio y mandrágora para adormecer a los pacientes, mediante esponjas impregnadas. Estos métodos eran rudimentarios comparados con las futuras innovaciones, pero representaron los primeros pasos hacia la anestesia moderna.
A finales del siglo XVIII, el interés en la química médica condujo a avances significativos en la anestesia. Los científicos comenzaron a experimentar con sustancias como el óxido nitroso (gas hilarante), el éter y el cloroformo, estableciendo así las bases para las técnicas de anestesia que se desarrollarían en el futuro.
Desarrollo de los primeros anestésicos
En 1799, el químico inglés Humphry Davy comenzó a experimentar con el óxido nitroso, también conocido como gas hilarante. Davy observó que este gas tenía efectos analgésicos y comenzó a considerar su utilidad en cirugías. A pesar de sus descubrimientos, pasaron varias décadas antes de que se adoptara ampliamente, debido a la escepticismo en torno a su eficacia y seguridad.
Un avance notable ocurrió en 1804, cuando el japonés Seishū Hanaoka realizó la extirpación de un tumor mamario usando una mezcla de hierbas para inducir anestesia. Sin embargo, esta técnica no fue conocida fuera de Japón en ese momento. Posteriormente, el éter llamó la atención médica. Durante las fiestas de éter a principios del siglo XIX, un médico estadounidense notó que, tras inhalar éter, no sentía dolor en caso de accidente. En 1842, este médico utilizó el éter para realizar una operación exitosa en un paciente.
A medida que el éter y el gas hilarante demostraban su potencial, surgieron también algunos contratiempos. En 1845, un dentista estadounidense intentó extraer un diente con un paciente bajo los efectos del gas hilarante, pero el paciente comenzó a gritar, probablemente debido a una dosis insuficiente. A pesar de estos contratiempos, el uso del éter y el gas hilarante continuó evolucionando.
Impacto y evolución de la anestesia
En 1846, un dentista estadounidense administró éter a un paciente y un cirujano realizó con éxito una extirpación de un tumor. Al mismo tiempo, Robert Liston llevó a cabo una amputación de muslo bajo anestesia con éter, y el paciente recobró la conciencia preguntando cuándo comenzaría la operación. Los informes sobre el uso del éter se extendieron desde India y Rusia, aunque el éter tenía efectos secundarios desagradables.
En 1847, el ginecólogo escocés James Simpson descubrió el cloroformo, otro anestésico con rápida acción. Simpson lo utilizó durante el parto y, debido a su eficacia y aparentemente sin efectos secundarios inmediatos, el cloroformo ganó popularidad rápidamente. Sin embargo, con el tiempo se descubrió que el cloroformo era tóxico y potencialmente cancerígeno, lo que llevó a su eventual abandono a principios del siglo XX.
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A finales del siglo XIX, las técnicas quirúrgicas se volvieron cada vez más complejas, y la anestesia permitió realizar procedimientos que antes eran imposibles. Aunque el cloroformo fue reemplazado por métodos más seguros, el éter y el gas hilarante continúan utilizándose hoy en día en fórmulas mejoradas y bajo una estricta vigilancia del estado del paciente. Gracias a estos avances, las operaciones ya no son una experiencia dolorosa y estresante, sino una intervención médica que, a menudo, pasa casi desapercibida.
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