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La teoría de la panspermia: ¿Somos todos extraterrestres?

La teoría de la panspermia afirma que la vida no surgió en la Tierra, sino que llegó a nuestro planeta a bordo de objetos interestelares.

La teoría de la panspermia: ¿Somos todos extraterrestres?

La teoría de la panspermia afirma que la vida no surgió en la Tierra, sino que llegó a nuestro planeta a bordo de objetos interestelares, como asteroides y meteoritos. Esta hipótesis sugiere que la existencia empezó en otros planetas y podría estar distribuyéndose por el espacio a bordo de cometas, meteoritos y diversos objetos astronómicos.

Aunque la Tierra está repleta de vida, todavía no hay un consenso científico unánime sobre sus orígenes. Sin embargo, la presencia de los componentes básicos de la vida en todo el universo sugiere que esta podría existir en otros lugares y que su comienzo en nuestro planeta podría haber dependido de los materiales que llegaron a través de viajes interestelares.

La panspermia propone que los microorganismos y los precursores químicos de la vida son capaces de sobrevivir a las condiciones extremas del espacio para ser transportados por todo el universo. La vida, entonces, existiría en otros lugares y habría llegado a nuestro planeta en diversos objetos astronómicos como meteoritos, cometas, asteroides, e incluso naves espaciales, que transportan contaminación no intencionada por microorganismos.

Armando Azua-Bustos, investigador del Centro de Astrobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, explicó cuál es la relevancia de la teoría de la panspermia para la ciencia.

Es importante porque ayuda a entender el origen de la vida en la Tierra y las posibilidades de encontrar vida en otros lugares del Sistema Solar y del universo”, manifestó.

Varias investigaciones recientes teorizan sobre el origen y la distribución de la vida en el cosmos y ofrecen una idea de cómo la vida pudo ser transferida de un sistema planetario a otro.

“Algunos de los últimos estudios de la panspermia investigan que, por ejemplo, si se encuentra vida en los satélites helados de Júpiter y Saturno, cuál sería el origen de esta, si tal vida se hubiera originado en el lugar o pudiera haber llegado de otros planetas del sistema solar”, indicó Azua-Bustos.

Manasvi Lingam, profesor de astrobiología de Florida Tech, publicó el artículo “Viabilidad de la detección de la panspermia interestelar en entornos astrofísicos” en la revista científica The Astronomical Journal. Los tardígrados, llamados comúnmente osos de agua, son organismos extremófilos con la capacidad de poder sobrevivir en el vacío del espacio. La investigación realizada por Lingam junto con investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, en Suiza, y de la Universidad de Roma, en Italia, analiza el proceso por el cual los planetas son bombardeados por las rocas intergalácticas y cómo los microbios portadores de vida, que pueden estar en su interior, se propagan desde un planeta a otro con el propósito de crear una nueva existencia.

En el estudio, el astrobiólogo y sus colegas presentaron un sofisticado modelo matemático que tiene en cuenta el tiempo de supervivencia de los microbios portadores de vida, la velocidad de dispersión de las partículas y la cantidad del material expulsado por el impacto, para evaluar las posibilidades de detección de la panspermia interestelar.

En la investigación, el equipo de científicos generó estimaciones prácticas de los parámetros del modelo para varios entornos astrofísicos y llegó a la conclusión de que la vida en los planetas puede iniciarse por la colisión de un objeto portador de vida que choca contra otro astro y, de esta manera, lo siembra. Luego, los objetos portadores de microbios de ese cuerpo celeste son expulsados al espacio y se extienden por los planetas vecinos.

Según Lingam, el estudio puede ayudar a comprender qué planetas estuvieron afectados por los viajes de los organismos vivos de un mundo a otro y, además, proporcionar una mejor comprensión de cómo la vida en la Tierra puede estar biológicamente conectada con otras formas de vida de nuestro sistema solar.

Por ejemplo, pudo llegar a bordo de un meteorito procedente de Marte. “Hay pruebas de que el Marte primitivo era muy habitable, tenía agua corriente y las temperaturas pueden haber sido también más cálidas. En principio, la vida podría haberse originado primero en Marte, y después extinguirse o pasar a la clandestinidad, pero luego esa vida podría haberse extendido a la Tierra, en cuyo caso tendríamos una ascendencia marciana”, reveló Lingam.

Otro gran exponente de la teoría de la panspermia es Avi Loeb, director del departamento de astronomía de la Universidad de Harvard, quien se inspiró en la visita del objeto interestelar Oumuamua a nuestro sistema solar para proponer que la vida existe en toda la galaxia y es distribuida por polvo espacial, asteroides, e incluso naves espaciales, que transportan contaminación no intencionada por microorganismos.

Según Loeb, Oumuamua fue la primera señal de existencia extraterrestre detectada fuera de nuestro Sistema Solar.

Después de ese descubrimiento, con otros colegas escribimos un documento en el que demostramos que los objetos interestelares como Oumuamua pueden ser capturados por nuestro sistema a través de su interacción gravitacional con Júpiter y el Sol. De esta manera, el sistema solar actúa como una red de pesca gravitacional, que en un momento dado puede contener miles de objetos interestelares de ese tamaño. El conjunto de esos objetos interestelares podría, potencialmente, sembrar vida procedente de otro sistema planetario en nuestro propio sistema solar”, manifestó el científico en la revista Universe Today.

La novedad de la investigación realizada por Loeb consistió en que la mayoría de los estudios anteriores sobre la panspermia se habían centrado en identificar cómo la vida pudo haberse distribuido a través del Sistema Solar y en las estrellas vecinas, o habían argumentado que la vida en la Tierra logró llegar desde Marte. Sin embargo, la investigación llamada “Panspermia galáctica”, que publicó Loeb en coautoría con el propio Lingam e Idan Ginsburg, planteó la posibilidad de que la vida podría haberse originado en lugares bastante más lejanos de la galaxia.

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En cuanto a las implicaciones científicas y filosóficas que puede tener para la humanidad encontrar vida fuera de la Tierra, el investigador Azua-Bustos reveló: “Nos permitiría cuantificar mejor la habitabilidad en el universo. Hasta ahora solo tenemos un ejemplo, la Tierra. Si en un mismo sistema planetario (el Sistema Solar, uno de miles de millones de sistemas planetarios existentes en la galaxia) se encontrara otro ejemplo de vida, sugeriría que la vida puede ser un fenómeno común”. En el mismo sentido, Andrea Buccino, investigadora independiente del Conicet en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio, explicó a LA NACION: “Desde el punto de vista astrobiológico, la teoría de la panspermia es interesante porque puede inferir un origen complejo, aunque uniforme, de la vida en otros planetas. Por ejemplo, si la vida en la Tierra fuese de origen panspérmico y considerando el principio de mediocridad,, que sugiere que la Tierra no es especial, las condiciones que originaron la vida aquí pueden repetirse en otros lugares del universo”.

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