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Los enigmáticos momias de la Cuenca del Tarim: Un misterio que intriga a los científicos

Lo más sorprendente es que estos cuerpos han conservado no solo sus rasgos físicos, sino también sus peinados, vestimenta y objetos personales.

Los enigmáticos momias de la Cuenca del Tarim: Un misterio que intriga a los científicos

Las momias de la Cuenca del Tarim, ubicadas en la remota región occidental de China, han desconcertado a científicos y arqueólogos desde su descubrimiento. Estas momias, asombrosamente bien conservadas a pesar de tener miles de años de antigüedad, no solo han desafiado las explicaciones tradicionales, sino que también han generado controversias debido a su origen y las implicaciones políticas que conllevan.

A principios del siglo XX, exploradores europeos fueron los primeros en desenterrar los cuerpos momificados en la Cuenca del Tarim, una vasta área que hoy forma parte de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang. Con el tiempo, se han descubierto cientos de estos cuerpos, con fechas que se remontan hasta el 2100 a.C. Lo más sorprendente es que estos cuerpos han conservado no solo sus rasgos físicos, sino también sus peinados, vestimenta y objetos personales, ofreciendo una ventana directa a una cultura antigua y misteriosa.

En un principio, el aspecto europeo de las momias, con cabellos rubios, castaños y pelirrojos, narices prominentes y vestimenta elaborada, llevó a los investigadores a suponer que se trataba de un grupo migrante de origen indoeuropeo, posiblemente vinculado a pastores de la Edad de Bronce de Siberia o agricultores de lo que hoy es Irán. Algunas momias, como el imponente “Hombre de Chärchän” de casi dos metros de altura, parecían incluso vestir faldas de tartán similares a las de los celtas.

Sin embargo, un estudio realizado en 2021 sobre el ADN antiguo de 13 de estas momias arrojó una nueva luz sobre su origen. Los resultados revelaron que estas personas no eran migrantes de Europa, sino que pertenecían a un grupo indígena de la Cuenca del Tarim, genéticamente distinto de otras poblaciones cercanas. Los científicos concluyeron que eran descendientes de los Antiguos Eurasiáticos del Norte, un grupo de cazadores-recolectores que migró a Asia Central desde el oeste de Asia y que tiene vínculos genéticos con los europeos modernos y los nativos americanos.

Una de las características más intrigantes de estas momias es que su preservación no fue el resultado de un proceso intencional, como en el caso de las momias egipcias. En lugar de ello, el ambiente seco y salino de la Cuenca del Tarim, que incluye el desierto de Taklamakan, permitió que los cuerpos se descompusieran lentamente, preservando sus tejidos en un estado casi intacto. Además, se cree que el frío extremo del invierno en la región también contribuyó a su conservación.

Los rituales de enterramiento de estas personas son igualmente fascinantes. Muchos cuerpos fueron enterrados en ataúdes de madera con forma de bote, cubiertos con pieles de ganado y marcados con postes de madera o remos. La presencia de la hierba efedra en los sitios funerarios sugiere que tenía un significado medicinal o religioso, aunque la naturaleza exacta de sus creencias sigue siendo un misterio.

Los objetos encontrados en las tumbas, como máscaras, huesos de animales y objetos posiblemente fálicos, ofrecen pistas sobre la vida diaria y las prácticas rituales de esta antigua civilización. Además, la inclusión de cebada, mijo, trigo y hasta collares con el queso más antiguo jamás descubierto, indica que eran agricultores y criadores de animales rumiantes.

A pesar de su aislamiento genético, las técnicas y la artesanía reflejadas en la ropa y otros artefactos sugieren que los habitantes de la Cuenca del Tarim no vivían completamente aislados. Es probable que interactuaran con otras culturas, adoptando y adaptando prácticas a lo largo del tiempo. Los investigadores creen que esta región, que ahora es un desierto desolado, fue en su momento mucho más verde y rica en agua dulce, lo que facilitó la vida agrícola y el comercio con otras civilizaciones.

El interés por las momias de la Cuenca del Tarim no se limita a los círculos académicos. Su preservación casi perfecta las ha convertido en símbolos políticos en una región marcada por tensiones. La región de Xinjiang es hogar de la minoría uigur, y algunos nacionalistas uigures afirman que las momias son sus antepasados, una idea que el gobierno chino refuta. Esta controversia ha llevado a que China sea reticente a permitir estudios extensos sobre las momias, argumentando razones de fragilidad de los cuerpos, y a que la investigación sobre su ADN haya sido criticada por supuestamente minimizar las diferencias culturales en favor de la política de asimilación china.

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Las momias de la Cuenca del Tarim siguen siendo un enigma fascinante para la ciencia y la historia. A medida que se realizan nuevos estudios y descubrimientos, cada respuesta parece abrir más preguntas sobre la vida, las creencias y las conexiones de estas personas con el resto del mundo antiguo. Y mientras el misterio de estas momias continúa, también lo hace su papel en las disputas políticas y culturales del presente.

Con información de Natgeo.

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