La Sagrada Familia de Los Nazaret: Una ventana a lo cotidiano y lo divino
San José aparece en un discreto segundo plano, reflejando su rol como el padre “invisible” en la historia de la Sagrada Familia.
La pintura “La Sagrada Familia” de Joos van Cleve, exhibida en el Museo Hermitage de San Petersburgo, es una obra que fusiona de manera magistral lo cotidiano con lo divino, destacando la simplicidad de una familia en su día a día mientras evoca la devoción religiosa propia de la época. Inspirada por una famosa obra de Jan van Eyck, Van Cleve añade su toque personal al incluir al gran olvidado en las representaciones de la Sagrada Familia: San José.
En esta composición de óleo sobre tabla, que mide 42,5 x 31,5 cm, San José aparece en un discreto segundo plano, reflejando su rol como el padre “invisible” en la historia de la Sagrada Familia. Con una media sonrisa de resignación, se le ve intentando leer, mientras observa a Jesús, retratado como un niño rubio y angelical, quien mira al espectador mientras se alimenta del seno de la Virgen María. Este detalle, que humaniza la escena, convierte a la familia de Nazaret en una familia más, con sus momentos íntimos y cotidianos.
Van Cleve, conocido por su estilo ecléctico y experimental, también introduce una naturaleza muerta en la obra: frutas y un cuchillo en la mesa, elementos que pueden aludir a la encarnación y sacrificio de Cristo, pero que también reflejan la vida diaria de una familia común. Esta inclusión añade una dimensión adicional a la pintura, capturando la dualidad entre lo sagrado y lo mundano.
El artista, quien se inspiraba tanto en la escuela flamenca como en la italiana, crea una obra que encarna las tendencias de su tiempo, cuando las imágenes devocionales familiares eran muy populares. En el taller de Van Cleve, este tipo de representaciones se producían en serie, adaptándose a la demanda de un público que buscaba tanto la espiritualidad como la conexión con la vida familiar cotidiana.
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“La Sagrada Familia” de Joos van Cleve no solo es un retrato de la Sagrada Familia, sino también una ventana a la vida de cualquier familia en la época del Renacimiento, donde lo divino y lo humano convivían en perfecta armonía.
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