¿Qué es la prosopagnosia? La experiencia de Sadie Dingfelder en un mundo de rostros desconocidos
También conocida como “ceguera facial”, esta condición impide reconocer rostros.
La prosopagnosia, un trastorno neurológico que afecta a aproximadamente el 2% de la población, es un desafío invisible para quienes lo padecen. También conocida como “ceguera facial”, esta condición impide reconocer rostros, afectando la vida diaria de maneras sorprendentes y a menudo incomprendidas. La escritora Sadie Dingfelder comparte su experiencia personal con este trastorno, revelando cómo influye en su percepción del mundo y en sus interacciones cotidianas.
Durante una observación de grullas en Nebraska, Dingfelder se encontró rodeada de entusiastas de las aves, todos encantados por la majestuosidad de estas criaturas. Mientras las grullas volaban en grupos, mostrando su instinto innato para permanecer unidas en familia, Dingfelder no pudo evitar reflexionar sobre su propia dificultad para reconocer a las personas que la rodeaban. Aunque había pasado horas conviviendo con sus compañeros de viaje, no podía recordar sus rostros ni sus nombres. Para ella, los humanos eran tan indistinguibles como las grullas en el cielo.
Este tipo de situaciones es común para aquellos con prosopagnosia. Aunque algunas personas desarrollan el trastorno después de una lesión cerebral, la mayoría de los casos son genéticos. Afecta múltiples aspectos de la vida, desde las relaciones sociales hasta las profesionales, y a menudo pasa desapercibido porque quienes lo padecen asumen que todos experimentan el mundo de la misma manera.
Dingfelder recuerda su infancia como un período de aislamiento social. Al no poder reconocer a sus compañeros, parecía distante o desinteresada, lo que dificultaba la formación de amistades. En la universidad, cambió de estrategia, tratando a todos como amigos para evitar perder oportunidades de conexión, aunque esto no eliminó el sentimiento de no conocer realmente a las personas.
Fue a los 39 años cuando comenzó a investigar su condición, participando en estudios científicos para intentar mejorar su reconocimiento facial. Aunque los resultados de los estudios mostraron una mejora en los test, la habilidad no se trasladó a la vida real. Sin embargo, como muchas personas con prosopagnosia, Dingfelder ha encontrado formas de adaptarse, utilizando señales contextuales y otros métodos para compensar su falta de reconocimiento facial.
Al igual que las grullas de Nebraska, que se adaptaron al cambio en su hábitat alimentándose de cultivos en lugar de humedales, las personas con prosopagnosia encuentran formas de navegar por un mundo que no está diseñado para ellas. La pregunta que plantea Dingfelder al final de su reflexión es si la sociedad podría hacer más para reconocer y acomodar esta y otras diversidades neurológicas. ¿Qué ajustes podríamos hacer para que el mundo sea un lugar más acogedor para todos?
A pesar de los desafíos que enfrenta, Dingfelder encuentra consuelo en su curiosidad insaciable y en la conexión que siente con la naturaleza. Al igual que las grullas que se mantienen unidas por sus llamados únicos, ella navega por su mundo de rostros borrosos con la esperanza de encontrar, de vez en cuando, una voz singular que resuene con la suya.
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Una serie coreana que puedes encontrar en Netflix, abordó la situación en un drama romántico, que nos muestra las dificultades que puede enfrentar alguien con esta condición.
Con información de Natgeo.