La nueva Gran Muralla de China: Así están TRANSFORMANDO los desiertos en un megabosque de tierra fértil
La Gran Muralla Verde de China es un ambicioso proyecto que busca detener la expansión del desierto de Gobi y mejorar la vida de millones.
CHINA.- — China, el país más poblado del mundo, enfrenta uno de sus mayores desafíos ambientales: la desertificación.
Con un cuarto de su territorio cubierto por desiertos, la expansión del Gobi y otras regiones áridas ha amenazado la vida de millones de personas.
Sin embargo, desde 1978, el país ha implementado un ambicioso proyecto conocido como la Gran Muralla Verde de China, una vasta iniciativa de reforestación que busca frenar la expansión del desierto y transformar la árida tierra en bosques.
Un esfuerzo titánico contra la desertificación
La Gran Muralla Verde, que se extenderá hasta 2050, tiene como meta plantar alrededor de 88 millones de acres de bosques, creando una barrera verde que se extiende por unos 4,800 kilómetros.
Este ambicioso proyecto no solo busca detener la invasión del desierto, sino también proporcionar madera y recursos a las comunidades locales, afectadas por la desertificación.
Resultados prometedores pero desafíos persistentes
Hasta la fecha, los resultados han sido alentadores.
Desde el inicio del Programa de Bosques Refugio de las Tres Regiones del Norte, conocido como la Gran Muralla Verde, la cobertura forestal de China ha aumentado a casi una cuarta parte del territorio, en comparación con menos del 10% en 1949.
Miles de acres de dunas en movimiento han sido estabilizadas, y la frecuencia de tormentas de arena en todo el país se ha reducido en un 20% entre 2009 y 2014.
Es difícil mantener la vegetación viva en tierras áridas
Sin embargo, no todos comparten este optimismo.
Jennifer L. Turner, directora del Foro de Medio Ambiente de China en el Centro Woodrow Wilson, en Washington D.C., advierte que muchos de los árboles plantados en ceremonias masivas simplemente mueren al no recibir el cuidado adecuado.
El problema radica en que, en muchas áreas, los árboles no crecen de manera natural y, aunque logran sobrevivir, absorben gran parte del agua subterránea necesaria para las especies nativas, lo que agrava la degradación del suelo.
Según un estudio de 2014 realizado por científicos chinos y estadounidenses, aún es difícil determinar si la Gran Muralla Verde está beneficiando o perjudicando a los ecosistemas locales.
Una lucha inspiradora contra el desierto
A pesar de estos retos, historias como la de Wang Tianchang, un agricultor de 78 años, ilustran el espíritu de la iniciativa.
Wang y su familia, en la provincia de Gansu, llevan décadas liderando esfuerzos de reforestación.
Cada año, organizan a jóvenes voluntarios para plantar y regar nuevos árboles y arbustos en el desierto.
Wang, con su guitarra tradicional, entona canciones alentadoras mientras trabaja, mostrando un compromiso apasionado con la causa.
“Cuanto más se expande el bosque, más invade las arenas, y eso es mejor para nosotros”, afirma Wang Yinji, el hijo de Wang, quien ha asumido gran parte del trabajo.
Mirando hacia el futuro
A pesar de los avances, la desertificación sigue siendo un problema creciente en China, impulsado por el cambio climático.
Algunos expertos sugieren que, en el futuro, la retirada de la intervención humana podría permitir que los ecosistemas se restauren de forma natural.
A medida que el cambio climático agrava las condiciones en el norte árido de China, la necesidad de un enfoque más sostenible se vuelve urgente.
Aunque el gobierno ha comenzado a adoptar estrategias basadas en la naturaleza, el camino por delante es largo y complejo.
Plantar árboles ya no es suficiente
La reciente tormenta de arena en Beijing, la primera en seis años, ha puesto en duda la efectividad de la reforestación para combatir el cambio climático.
Ma Lichao, director en China del Consejo de Administración Forestal, advirtió que la plantación de árboles ya no será suficiente.
“Para ser honesto, no creo que los árboles puedan solucionar la situación”, concluyó.
Mientras tanto, familias como los Wang continúan su lucha diaria en el desierto, plantando un árbol a la vez, con la esperanza de que, algún día, el desierto ceda y la vegetación vuelva a florecer.
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