¿Cómo regeneran sus extremidades algunos animales y por qué los humanos no pueden hacerlo?

CIUDAD DE MÉXICO.- La regeneración de extremidades es un fenómeno fascinante que algunos animales, como el ajolote, dominan de manera asombrosa. Mientras que para la mayoría de las especies, la pérdida de una extremidad es permanente, para el ajolote es solo una contrariedad temporal. En menos de seis semanas, esta especie puede regenerar no solo sus extremidades, sino también órganos tan complejos como el corazón o incluso tejidos del cerebro. Este proceso comienza con la formación de una estructura llamada brote de extremidad, la cual se llena de células madre y precursoras que se diferencian en tejidos específicos como músculos, ligamentos, y nervios.

Al igual que otros animales, el ajolote desarrolla sus extremidades durante una etapa temprana de su vida, ya sea en el útero o fuera de él. Lo que lo hace excepcional es su capacidad para repetir este proceso si pierde alguna extremidad en su adultez. Tras una lesión, las células circundantes del área dañada se mueven rápidamente para formar una capa protectora llamada epidermis de herida. Esta epidermis no solo protege el área, sino que también envía señales a las células del extremo amputado, pidiendo que regresen a un estado menos especializado, algo que la mayoría de los organismos no puede hacer.

Una vez que estas células pierden su especialización, se convierten en una masa de células regenerativas conocidas como blastema. Esta estructura es clave para el proceso de regeneración, ya que actúa como un brote embrionario, organizado y listo para formar tejidos nuevos. Es interesante notar que el blastema no está compuesto por células nuevas, sino por células recicladas, reutilizadas para esta nueva tarea. Además, el proceso de regeneración es tan preciso que las extremidades regeneradas no solo coinciden en forma y función con las originales, sino que tampoco dejan cicatrices.

Por qué los humanos no pueden regenerar sus extremidades

A pesar de que los humanos compartimos algunos mecanismos regenerativos básicos con el ajolote, no tenemos la capacidad de regenerar nuestras extremidades completas. Una diferencia clave es que nuestras células madre, con el tiempo, pierden la capacidad de regenerarse. Las células madre del ajolote, por otro lado, se mantienen activas durante toda su vida, lo que les permite regenerar tejidos de manera continua y eficiente. Otro factor es la señalización celular: el ajolote posee una comunicación celular que activa y coordina el proceso regenerativo de manera única.

Aunque los seres humanos no pueden regenerar extremidades enteras, sí somos capaces de regenerar pequeñas partes de nuestro cuerpo. Por ejemplo, los dedos de manos y pies pueden regenerarse si la amputación ocurre en una fase temprana de la vida. Este fenómeno, aunque limitado, sugiere que los humanos poseemos algunos de los mecanismos básicos para la regeneración, pero estos procesos no están lo suficientemente desarrollados o activados en nuestra biología adulta.

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Investigadores como Jessica Whited han dedicado su carrera a estudiar cómo los animales, como el ajolote, pueden lograr estas hazañas regenerativas y qué podemos aprender de ellos. Comprender los factores biológicos que permiten la regeneración de tejidos en animales podría, en el futuro, abrir las puertas a terapias regenerativas para los humanos. Esto podría significar no solo la posibilidad de regenerar extremidades, sino también de curar heridas graves y restaurar órganos dañados. Sin embargo, todavía queda mucho por investigar para alcanzar este nivel de avance médico.