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Nuevas revelaciones sobre los mosquitos: ¿Cómo localizan a quién picar?

Recientes investigaciones han revelado que los mosquitos no solo siguen el dióxido de carbono y los olores de la piel humana, sino que también detectan la radiación infrarroja emitida por nuestros cuerpos.

Nuevas revelaciones sobre los mosquitos: ¿Cómo localizan a quién picar?

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante siglos, la relación entre los humanos y los mosquitos ha sido una de constante conflicto, marcada principalmente por las enfermedades que estos insectos transmiten, como el dengue y el Zika. Se sabía que los mosquitos seguían el rastro de dióxido de carbono que exhalamos y los olores de nuestra piel para encontrar a sus víctimas. Sin embargo, un reciente hallazgo ha revolucionado nuestro entendimiento de estos insectos: los mosquitos también son capaces de detectar la radiación infrarroja que emite nuestro cuerpo. Este descubrimiento amplía significativamente nuestra comprensión sobre los sentidos de los mosquitos y abre nuevas posibilidades en la lucha contra las enfermedades que propagan.

Un “ojo térmico” en los mosquitos

El calor que desprendemos, a una temperatura aproximada de 34°C, emite radiación infrarroja que los mosquitos pueden detectar con una precisión sorprendente. Esta radiación, que tiene una longitud de onda muy pequeña, actúa como una especie de “huella digital térmica”. Los mosquitos cuentan con un sistema sensorial altamente desarrollado que les permite detectar esta radiación, similar a una cámara de visión nocturna. La longitud de onda de aproximadamente 9,4 micrómetros es particularmente sensible para ellos, como si estuvieran diseñados para detectar fuentes de calor con gran exactitud, lo que demuestra una posible coevolución entre estos insectos y sus víctimas.

Un sistema de detección altamente sofisticado

El estudio publicado en la revista Nature ha revelado que los mosquitos tienen un sistema de detección de calor excepcionalmente avanzado. Este sistema se basa en un canal de iones llamado TRPA1, ubicado en sus antenas. Este canal se activa con el más mínimo cambio de temperatura, enviando señales al cerebro del mosquito que indican la presencia de una fuente de alimento. Además, el aumento de temperatura en las antenas intensifica aún más esta señal, permitiendo a los mosquitos seguir el rastro de calor con una precisión asombrosa. Este hallazgo nos proporciona una nueva perspectiva sobre cómo estos insectos localizan a sus presas.

El impacto en las estrategias de control

La capacidad de los mosquitos para detectar el calor humano abre nuevas posibilidades en la creación de estrategias para combatir su proliferación. Experimentos recientes han mostrado que los mosquitos prefieren fuentes de calor que imitan la temperatura de nuestro cuerpo, confirmando que la radiación infrarroja juega un papel crucial en su búsqueda de alimento. Esto podría llevar al desarrollo de nuevas herramientas para repeler o controlar a los mosquitos, basadas en la manipulación de fuentes de calor para confundir a estos insectos.

Perspectivas futuras en la investigación

Este descubrimiento también plantea preguntas sobre la detección de calor en otros insectos. Aunque algunos animales, como las serpientes, ya se sabe que pueden detectar el calor, los mosquitos son los primeros insectos conocidos por tener esta habilidad. Esto abre la puerta a la investigación sobre si otros insectos que transmiten enfermedades, como los que causan la malaria, también podrían tener una capacidad similar para detectar el calor. Esta línea de investigación es crucial para entender mejor cómo combatir las enfermedades transmitidas por insectos.

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El impacto del clima en la detección

Finalmente, el nuevo hallazgo también sugiere que el clima puede influir en la actividad de los mosquitos. Los científicos han observado que los mosquitos tienen más facilidad para encontrar a sus víctimas en ambientes con un mayor contraste de temperatura entre el calor corporal y el ambiente. Esto podría explicar por qué los mosquitos son menos activos en climas fríos, ya que la menor diferencia de temperatura dificulta su capacidad para localizarnos. Este conocimiento puede ser clave para diseñar estrategias más efectivas de control en diferentes regiones climáticas.

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