Descubrimiento extiende la vida útil de las baterías de litio en un 50% y con ello, la durabilidad de tu teléfono

Un nuevo avance científico promete extender la vida de las baterías de ion de litio, utilizadas en la mayoría de los dispositivos electrónicos y vehículos eléctricos.

Este descubrimiento, publicado el 29 de agosto en la revista Slac de la Universidad de Stanford, sugiere que con un ajuste simple en la carga inicial de las baterías, se podría prolongar su vida útil hasta en un 50%, lo que implicaría reemplazar gadgets con menos frecuencia. A continuación, te explicamos los detalles clave de este hallazgo y por qué es relevante.

¿Cómo funciona el ciclo de carga en las baterías de Li-ion?

Las baterías de ion de litio funcionan mediante el movimiento de iones entre dos electrodos, uno positivo y uno negativo, a través de una solución electrolítica. Cuando cargas la batería, los iones de litio se desplazan hacia el electrodo negativo; cuando usas el dispositivo, esos iones regresan al electrodo positivo. Este proceso es el que genera la corriente eléctrica que alimenta los dispositivos.

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Sin embargo, durante la primera carga, algunos de esos iones quedan atrapados en la superficie del electrodo negativo, formando una capa protectora llamada interfase sólida de electrolito (SEI, por sus siglas en inglés). Esta capa es crucial para proteger el electrodo y evitar que reacciones indeseadas reduzcan la capacidad de la batería a largo plazo.

¿Por qué es importante la primera carga?

El estudio publicado sugiere que el proceso de la primera carga es esencial para determinar la vida útil de la batería. Tradicionalmente, los fabricantes cargan lentamente las baterías para construir una SEI estable, lo que toma alrededor de 10 horas. Sin embargo, el nuevo descubrimiento muestra que una carga rápida, en aproximadamente 20 minutos, podría ser más efectiva.

¿Cómo se optimiza la primera carga?

Los investigadores identificaron que dos factores clave influyen en la calidad de la SEI: la corriente y la temperatura. Al cargar la batería rápidamente y a una temperatura más alta (alrededor de 55 grados Celsius), lograron mejorar la vida útil de la batería en un promedio del 50%.

“No solo queríamos encontrar la mejor receta para fabricar una buena batería, sino entender cómo y por qué funciona”, afirmó Will Chueh, coautor del estudio y científico de materiales en la Universidad de Stanford.

¿Qué significa esto para el público general?

Este avance no solo podría hacer que las baterías duren más, sino que también reduciría los costos de fabricación. Según los investigadores, este método tiene el potencial de hacer que las baterías sean más asequibles, lo que beneficiaría tanto a los fabricantes como a los consumidores.

“Estamos resolviendo un desafío real que enfrenta la industria”, comentó Chueh. Este descubrimiento podría ser clave en la transición hacia tecnologías más sostenibles y eficientes energéticamente.

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