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El deslumbrante baile que capturó París y desapareció durante la Guerra

En 1912, París fue el escenario de una de las exposiciones de arte más impactantes de la época: la Exposición Futurista.

En 1912, París fue el escenario de una de las exposiciones de arte más impactantes de la época: la Exposición Futurista. Entre las obras que capturaron la atención de todos, “El Baile del Pan-Pan en el Mónico” del pintor y bailarín Gino Severini dejó a los asistentes boquiabiertos. Este óleo, exhibido en el Centre Pompidou de París, es una verdadera explosión de colores y movimiento, una representación vibrante de la vida nocturna parisina en el cabaret Mónico, que desafiaba las tendencias artísticas predominantes de ese momento.

En esos años, el cubismo dominaba el mundo del arte, con su estilo austero e intelectual que exploraba la fragmentación de la realidad, pero sin el dinamismo explosivo que el futurismo introdujo. Mientras el cubismo jugaba con la geometría, el futurismo parecía tomar esa misma energía y llevarla al extremo, como si cada pincelada estuviera impregnada de una vibración incansable. Severini, influenciado tanto por el cubismo como por el futurismo, logró capturar el bullicio y la energía del Mónico en una obra que, aunque estática, parece estar en constante movimiento.

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La pintura muestra una multitud en plena euforia, moviéndose al ritmo de la música y el ajetreo del cabaret. A través de colores saturados y formas esquematizadas, Severini llenó el lienzo de vida y acción, haciendo que cada figura pareciera moverse de verdad. Esta capacidad de capturar el dinamismo de una escena fue lo que caracterizó al futurismo, un movimiento que, como su nombre indica, miraba hacia el futuro, hacia una visión de progreso y velocidad.

Aunque “El Baile del Pan-Pan en el Mónico” fue una de las piezas más elogiadas de Severini, la obra original desapareció durante la guerra. En 1959, el artista decidió recrear esta icónica pintura, devolviendo al mundo una obra que había capturado el espíritu vibrante y caótico de la París de principios del siglo XX.

Este óleo, con sus 280 x 400 cm de pura energía visual, sigue siendo una muestra de lo que el futurismo fue capaz de ofrecer: un caleidoscopio de movimiento y color que marcó una ruptura con los estilos anteriores y que aún hoy sigue deslumbrando a quienes lo contemplan.

Con información de HA!

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