El hombre que advirtió sobre el caballo de Troya y fue ignorado: La tragedia de Laocoonte
El sacerdote troyano, advirtió a sus compatriotas sobre el peligro del caballo de madera que los griegos dejaron en las puertas de Troya, sospechando que era una trampa.
CIUDAD DE MÉXICO.- Durante diez largos años, los griegos asediaron la ciudad de Troya, un conflicto que culminó con la llegada de una gigantesca estatua de un caballo de madera a las puertas de la ciudad. Los troyanos, al ver que sus enemigos parecían haber desaparecido, interpretaron el caballo como una señal de rendición. Sin embargo, no todos compartían esa visión optimista. Laocoonte, un sacerdote y vidente de Troya, desconfiaba profundamente de este regalo. Conocía bien las artimañas de los griegos y advirtió a sus conciudadanos sobre el peligro que podría representar aceptar tal presente.
Aunque Laocoonte intentó persuadir a los troyanos de no llevar el caballo dentro de la ciudad, sus advertencias fueron ignoradas y, en algunos casos, objeto de burla. El sacerdote, lleno de sospechas, decidió actuar por su cuenta e intentó perforar el caballo con su espada, pero no obtuvo ninguna señal de que hubiera algo dentro. Poco después, mientras ofrecía un sacrificio a los dioses junto con sus hijos, dos serpientes gigantes, enviadas por el dios Poseidón, surgieron del mar y los atacaron, acabando con sus vidas en un brutal acto de represalia divina. La muerte de Laocoonte pasó desapercibida en medio de las festividades, y el fatídico destino de Troya ya estaba sellado.
El legado de una advertencia ignorada
Laocoonte es recordado no solo por su tragedia personal, sino también por las incontables representaciones que su historia ha inspirado. Su muerte fue descrita por autores de la antigüedad como Virgilio en La Eneida, y más tarde, el dramaturgo Sófocles escribió una obra completa en torno a su destino. Sin embargo, una de las representaciones más icónicas y perdurables de Laocoonte es el grupo escultórico conocido como “Laocoonte y sus hijos”, una obra maestra de la escultura helenística. Este conjunto, atribuido a tres artistas de la isla de Rodas, ha fascinado a generaciones debido a su realismo dramático y la expresividad de las figuras que luchan por liberarse de las serpientes que los envuelven.
A pesar de las dudas sobre la fecha exacta de su creación, se estima que la escultura fue realizada entre los años 200 a.C. y 68 d.C. Lo que resulta innegable es el impacto que esta obra ha tenido en la historia del arte. La intensidad de las emociones reflejadas en los rostros y cuerpos de Laocoonte y sus hijos es tan palpable que muchos la consideran una de las obras más poderosas del arte helenístico. Las figuras, casi de tamaño natural, parecen retorcerse de dolor y desesperación, con el rostro de Laocoonte mostrando una mezcla de determinación y sufrimiento.
Influencia en el arte renacentista
La escultura de “Laocoonte y sus hijos” no solo dejó una profunda impresión en el mundo antiguo, sino que también resurgió como una fuente de inspiración durante el Renacimiento. En 1506, el famoso escultor Miguel Ángel fue testigo del redescubrimiento de esta obra enterrada en Roma, un hallazgo que lo impactó profundamente. La tensión muscular exagerada y las formas serpenteantes del conjunto escultórico influyeron directamente en su propio estilo artístico. Miguel Ángel adoptó lo que se conocería como figura serpentinata, una técnica que buscaba exagerar las formas humanas para transmitir mayor dramatismo.
Esta influencia no solo cambió la forma en que Miguel Ángel representaba el cuerpo humano, sino que también generó una nueva corriente artística: el manierismo. Esta tendencia se enfocó en distorsionar las figuras humanas para acentuar la emoción y el dinamismo, alejándose de la representación idealizada del cuerpo que había caracterizado el arte renacentista temprano. “Laocoonte y sus hijos”, con su carga emocional extrema, demostró ser una fuente de inspiración clave para los artistas del siglo XVI, quienes veían en esta obra el poder del arte clásico griego y romano.
De esta manera, la trágica historia de Laocoonte, un hombre que no fue escuchado, ha trascendido más allá de la leyenda para convertirse en un símbolo artístico de la lucha, el sufrimiento y la resistencia frente a lo inevitable.
Con información de Ted-ED:
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