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La verdadera historia de Genie Wiley: la niña salvaje mantenida en aislamiento durante 13 años

Durante sus primeros 13 años de vida, Genie fue mantenida en completo aislamiento por su padre, quien la ató a una silla de orinal y la encerró en un cuarto oscuro.

La verdadera historia de Genie Wiley: la niña salvaje mantenida en aislamiento durante 13 años

ESTADOS UNIDOS.- El 4 de noviembre de 1970, un día ordinario para los trabajadores sociales del condado de Los Ángeles, tomó un giro inesperado cuando una mujer con problemas de visión entró accidentalmente en la oficina equivocada. A su lado, estaba una niña que captó inmediatamente la atención de todos. Desaliñada, encorvada y con movimientos torpes, la pequeña parecía tener seis o siete años, pero pronto se revelaría que, en realidad, tenía 13. Su estado de salud era alarmante: apenas pesaba 59 libras, estaba desnutrida, con incontinencia y mutismo.

Genie Wiley, como fue conocida posteriormente para proteger su identidad, había pasado toda su vida en aislamiento, sometida a un maltrato extremo por parte de su padre. Este caso impactó tanto a la opinión pública como a la comunidad científica, ya que reveló uno de los episodios más devastadores de abuso infantil en la historia de los Estados Unidos.

Una vida de aislamiento total

Por más de una década, Genie vivió en una pequeña y oscura habitación de su casa en Temple City, California. Su padre, Clark Wiley, la mantenía atada a una silla adaptada como orinal durante el día y encerrada en una cuna con alambre de gallinero por la noche. Aislada del mundo exterior, Genie no recibió ningún tipo de estimulación social o cognitiva. La oscuridad era una constante en su vida; su padre cubría las ventanas con papel de aluminio para que no entrara la luz. Si Genie hacía ruido, era golpeada o se le gritaba como si fuera un animal.

Las consecuencias de este tratamiento fueron devastadoras. Genie no había aprendido a hablar ni a interactuar con otros seres humanos de manera adecuada. Sus habilidades motoras estaban severamente afectadas, y su desarrollo físico y mental era equivalente al de un niño pequeño. El rescate de Genie fue un accidente afortunado, pues su madre, que había estado controlada y también maltratada por Clark, entró al edificio equivocado buscando asistencia para personas con discapacidad.

El impacto científico y social

El descubrimiento de Genie abrió una oportunidad única para la ciencia, especialmente en el campo del desarrollo del lenguaje. Expertos de diversas disciplinas comenzaron a estudiarla, ansiosos por comprender si era posible que un ser humano pudiera adquirir habilidades lingüísticas después de haber pasado el periodo crítico de aprendizaje del lenguaje. La hipótesis del “periodo crítico” de Noam Chomsky, que sostiene que los seres humanos solo pueden aprender a hablar hasta la pubertad, sería puesta a prueba con el caso de Genie.

Durante los primeros meses después de su rescate, Genie hizo progresos significativos. Logró aprender más de 100 palabras y comenzó a desarrollar maneras de comunicarse con su entorno. Sin embargo, su habilidad para formar oraciones complejas nunca se desarrolló por completo. Su historia trajo consigo un dilema ético: ¿hasta qué punto debía la ciencia priorizar la investigación sobre su bienestar emocional?

Un desenlace trágico

El destino de Genie, después de los estudios científicos, fue igual de desolador. Cuando los fondos para su cuidado y estudio se agotaron en 1975, Genie fue devuelta al cuidado de su madre biológica, una decisión que muchos consideraron inapropiada debido al rol pasivo de su madre en el abuso. Su progreso comenzó a estancarse y eventualmente retrocedió. Genie fue trasladada a diferentes hogares de acogida, donde nuevamente fue maltratada, lo que la llevó a cerrar emocionalmente y dejar de hablar.

A lo largo de los años, su equipo científico se enfrentó a duras críticas por la manera en que manejaron su caso. Aunque muchos de ellos tenían buenas intenciones, algunos se vieron atrapados entre sus deberes como investigadores y su obligación de proteger el bienestar de Genie. A pesar de los avances iniciales, la niña nunca recuperó plenamente su capacidad de relacionarse con el mundo.

Reflexiones finales sobre Genie y el sistema

El caso de Genie Wiley es un recordatorio sombrío de cómo el abuso, el aislamiento y la negligencia pueden destruir vidas. No solo fallaron sus padres, sino también el sistema que, a pesar de intervenir, no pudo proporcionarle el apoyo que necesitaba para recuperarse. Su historia también reveló las complejidades éticas de los estudios científicos con seres humanos, particularmente con aquellos que ya han sido víctimas de un profundo trauma.

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Hoy, Genie vive en una residencia para adultos con discapacidades, lejos del escrutinio público. Su historia, aunque trágica, sigue siendo una fuente de aprendizaje para la ciencia y una advertencia sobre la importancia de proteger a los niños de entornos abusivos.

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