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De dónde salió la frase “Más vale malo por conocido que bueno por conocer” y cuáles son sus diferentes interpretaciones

Entre leyendas misteriosas al rededor del refrán y apariciones en obras literarias antiguas, es claro que este dicho tan común habla del miedo a lo desconocido.

De dónde salió la frase “Más vale malo por conocido que bueno por conocer” y cuáles son sus diferentes interpretaciones

En la España medieval y renacentista, la incertidumbre y el temor a lo desconocido eran constantes. Guerras, enfermedades y cambios sociales creaban un ambiente de inseguridad.

En ese contexto surgió el refrán “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.

La gente valoraba la estabilidad y seguridad, y este dicho reflejaba esa sabiduría popular.

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Primera documentación

Una de las primeras apariciones registradas de esta expresión se encuentra en La Celestina, obra literaria escrita por Fernando de Rojas en 1499. En esta tragicomedia se menciona la prudencia y desconfianza hacia lo desconocido.

Desde el siglo XV, la gente compartía este consejo: es preferible quedarse con lo que se conoce, aunque no sea perfecto, que arriesgarse con lo incierto.

Leyendas y especulaciones

Existen leyendas que añaden un toque misterioso al refrán. Una de ellas sugiere que los padres lo usaban para aconsejar a sus hijos en momentos de decisiones importantes, como matrimonios o cambios de residencia.

El dicho servía como una advertencia para valorar lo que se tenía y evitar riesgos innecesarios.

Malo conocido, bueno por conocer. Foto: Especial

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Otra versión conecta el refrán con la navegación y las exploraciones. Durante la era de los descubrimientos, los marineros españoles enfrentaban grandes incertidumbres al aventurarse en mares desconocidos. El refrán pudo haber sido un recordatorio de los peligros y la sabiduría de mantener el rumbo conocido, en lugar de arriesgarse a lo desconocido.

Aplicación en la vida cotidiana

Hoy en día, seguimos usando esta expresión para aconsejar prudencia. Si alguien considera cambiar de trabajo o terminar una relación personal, el refrán sugiere reflexionar sobre la estabilidad y seguridad que se tiene antes de tomar una decisión posiblemente arriesgada.

Esto, claro, con el tiempo ha ido envejeciendo, pues hoy en día el arriesgarse a lo nuevo es más valorado que quedarse dentro del “conformismo” o el “conservadurismo”.

Al final de cuentas, si hemos llegado hasta donde estamos es más por arriesgarnos a conocer que por quedarnos sentados sin avanzar.

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