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¿Cómo fue la destrucción de la Biblioteca de Alejandría?

La Biblioteca de Alejandría, fundada en el siglo III a.C., fue uno de los centros más importantes del conocimiento humano, con miles de textos recopilados de diversas culturas.

CIUDAD DE MÉXICO.- En 1941, el célebre escritor argentino Jorge Luis Borges escribió un cuento titulado “La Biblioteca de Babel”, en el cual imaginó una biblioteca universal. En sus interminables estanterías hexagonales se almacenaba todo el conocimiento humano en todos los idiomas, incluyendo obras perdidas y textos capaces de revelar los secretos más profundos del universo. En este escenario, los hombres se vieron abrumados por la posibilidad de encontrar respuestas a cualquier interrogante, desde problemas mundiales hasta cuestiones personales.

El concepto de esta biblioteca total y eterna tiene un paralelismo con la Biblioteca de Alejandría, un lugar que, según se cree, tenía el propósito de conservar todo el conocimiento acumulado hasta su época. Creada poco después de la fundación de la ciudad por Alejandro Magno en el año 331 a.C., esta biblioteca aspiraba a ser una colección inmortal que preservara el ingenio humano para la posteridad.

La gran pérdida de Alejandría

Se estima que la Biblioteca de Alejandría llegó a contener hasta 700,000 textos bajo la dirección de figuras importantes como Calímaco de Cirene. No obstante, su destino fue trágico, pues su desaparición es vista como uno de los mayores desastres culturales de la historia. Si bien las cifras varían y algunos consideran que fueron menos textos, la destrucción de este centro de conocimiento marcó una pérdida incalculable para la humanidad.

El episodio más conocido sobre su destrucción ocurrió en el año 47 a.C., cuando un incendio provocado durante la guerra entre Julio César y los contendientes al trono de Egipto dañó parte del complejo donde se encontraba la biblioteca. Se dijo que hasta 40,000 rollos fueron destruidos. Años más tarde, Marco Antonio intentó compensar la pérdida al donar libros de la biblioteca rival de Pérgamo, aunque la biblioteca nunca recuperó su esplendor.

El lento declive de un símbolo

Con la caída del reino ptolemaico de Egipto y la conquista de Roma, la Biblioteca de Alejandría comenzó un lento declive. Aunque siguió atrayendo a sabios y estudiantes, su esplendor decayó. Durante el siglo II y III, diversas crisis, como la peste Antonina y las guerras civiles, afectaron gravemente la vida cultural de la ciudad. Las conquistas del emperador Aureliano y las invasiones persas también causaron estragos en la ciudad y en la biblioteca.

El golpe final ocurrió en el año 391, cuando un ataque cristiano, promovido por el patriarca Teófilo, destruyó una parte significativa de la biblioteca. La proclamación del cristianismo como religión oficial del Imperio contribuyó a su desaparición, ya que los textos antiguos, en su mayoría paganos, dejaron de interesar a las nuevas autoridades religiosas.

La destrucción final y el mito

La llegada de los árabes en el siglo VII marcó el desenlace final de la biblioteca. Según una leyenda, el general musulmán Amr ibn al-As, siguiendo órdenes del califa Omar, destruyó los libros restantes argumentando que, si estaban de acuerdo con el Corán, eran innecesarios, y si no lo estaban, debían ser eliminados. Aunque esta historia ha sido discutida por los historiadores, es un símbolo más de cómo la intolerancia y la guerra pueden acabar con centros de conocimiento.

La desaparición de la Biblioteca de Alejandría no fue un hecho aislado. A lo largo de la historia, otras bibliotecas también han sido destruidas por la violencia y la ignorancia. Un caso reciente ocurrió en 2011, cuando la biblioteca de la Academia de Ciencias de Egipto, en El Cairo, fue destruida por un incendio, eliminando 200,000 documentos históricos.

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Reflexión sobre la preservación del conocimiento

La historia de la Biblioteca de Alejandría resuena hoy en día como un recordatorio de la fragilidad del conocimiento humano frente a la violencia y la intolerancia. Mientras Borges imaginaba una biblioteca inmortal, la realidad nos ha mostrado que incluso las mayores colecciones pueden perecer si no se protegen adecuadamente. Las pérdidas sufridas por la humanidad a lo largo de los siglos subrayan la importancia de preservar y cuidar nuestro patrimonio cultural.

El desafío actual es cómo evitar que tragedias similares se repitan en el futuro. Las tecnologías modernas permiten preservar el conocimiento de maneras antes inimaginables, pero también nos enfrentamos a nuevas amenazas. La lección que nos deja la Biblioteca de Alejandría es que el saber es un recurso valioso y, al mismo tiempo, extremadamente vulnerable.

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