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La sorprendente relación entre la cirugía plástica y la Primera Guerra Mundial

Ante las terribles heridas faciales y corporales causadas por nuevas armas los cirujanos se vieron obligados a desarrollar técnicas innovadoras para restaurar la apariencia y funcionalidad de los soldados desfigurados.

La sorprendente relación entre la cirugía plástica y la Primera Guerra Mundial

CIUDAD DE MÉXICO.- La Primera Guerra Mundial, que se desarrolló entre 1914 y 1918, fue un conflicto que no solo marcó un hito en la historia militar, sino que también trajo consigo una transformación significativa en el ámbito de la medicina, especialmente en la cirugía plástica. Este conflicto global introdujo tecnologías destructivas que provocaron heridas graves en los soldados, pero también impulsó la innovación médica al exigir nuevas técnicas quirúrgicas para sanar los cuerpos y rostros desfigurados. La cirugía reconstructiva se convirtió en una herramienta vital para ayudar a los soldados a reintegrarse en la sociedad tras experimentar el horror de la guerra.

Antes de la guerra, las técnicas de cirugía plástica eran limitadas y generalmente se utilizaban para procedimientos cosméticos o correcciones de deformidades congénitas. Sin embargo, con la brutalidad de la Gran Guerra y el uso de armas como las ametralladoras, los cirujanos se encontraron ante un nuevo desafío: tratar heridas que habían desfigurado severamente a muchos soldados. Historias de médicos como Lindsey Fitzharris destacan cómo las heridas causadas por la metralla hicieron que los métodos quirúrgicos tradicionales fueran insuficientes, llevando a la necesidad de innovar en el campo de la cirugía.

La guerra dejó a muchos soldados no solo con lesiones físicas devastadoras, sino también con traumas emocionales profundos. La desfiguración de sus rostros los aislaba socialmente, haciendo que su reintegración a la vida civil se volviera aún más complicada. En este contexto, la cirugía plástica comenzó a mostrar su relevancia, al ofrecer a estos hombres la oportunidad de recuperar no solo su apariencia, sino también su sentido de identidad y pertenencia en la sociedad.

Hitos en la Cirugía Plástica

Un ejemplo emblemático de los avances en cirugía plástica durante este periodo fue el Base Hospital 28, establecido por Estados Unidos en Francia. Este hospital no solo brindaba atención médica general, sino que también se especializaba en tratar desfiguraciones faciales. Con un equipo quirúrgico preparado para afrontar los nuevos desafíos, los médicos comenzaron a desarrollar técnicas innovadoras de reconstrucción que requerían múltiples intervenciones quirúrgicas para restaurar la funcionalidad y la estética de los pacientes.

Harold Gillies, un cirujano neozelandés que trabajó en el Hospital Queen Mary en Sidcup, Inglaterra, se destacó por sus innovaciones en el tratamiento de lesiones faciales. Durante la guerra, Gillies realizó más de 11,000 operaciones en unos 5,000 soldados. Su técnica del “colgajo tubulado” fue revolucionaria, permitiendo que los injertos de piel tuvieran un suministro adecuado de sangre, lo que mejoraba la tasa de éxito en la reconstrucción facial.

El trabajo de Gillies no solo marcó un antes y un después en la cirugía plástica, sino que también estableció un modelo para las futuras prácticas en el campo. Su enfoque integral sobre la atención médica y la reconstrucción estética sentó las bases de lo que hoy entendemos como cirugía reconstructiva moderna.

Avances Médicos y Beneficios Psicológicos

La Primera Guerra Mundial también propició otros avances médicos que mejoraron significativamente las técnicas quirúrgicas. La anestesia, tanto local como general, permitió a los cirujanos realizar operaciones más largas y complejas. Además, los avances en antisepsia y la higiene quirúrgica redujeron las infecciones posoperatorias, lo que resultó en un aumento de la seguridad para los pacientes.

A medida que la cirugía plástica avanzaba, también se desarrollaron prótesis faciales realistas para aquellos soldados cuyas lesiones no podían ser completamente reparadas. Artistas como Anna Coleman Ladd trabajaron en estrecha colaboración con los equipos médicos para crear máscaras que ayudaban a ocultar las heridas faciales, mejorando así la calidad de vida de los soldados.

Los beneficios de estas innovaciones fueron más allá de lo físico; la cirugía reconstructiva se convirtió en una herramienta importante para la recuperación emocional de los soldados. Gillies comprendió que restaurar la apariencia facial era esencial no solo para la funcionalidad, sino también para combatir el aislamiento social y los trastornos psicológicos que enfrentaban muchos de ellos.

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La historia de la cirugía plástica durante la Primera Guerra Mundial es un claro ejemplo de cómo la adversidad puede catalizar avances significativos en la medicina. La evolución de estas técnicas no solo salvó vidas, sino que también permitió que muchos soldados regresaran a la sociedad con una nueva oportunidad para reconstruir sus vidas, uniendo el progreso médico con la dignidad humana.

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