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El tercer nivel del Mictlán: ¿Cuál es y qué se encuentra en él?

Según la leyenda, el tercer nivel se llama Iztepetl, que significa “montaña de obsidiana”.

Faltan pocas semanas para el Día de Muertos, una de las tradiciones más importantes de México, y por eso, en artículos anteriores, te hemos contado un poco sobre el primer y segundo nivel del Mictlán.

Recordemos que el primer nivel es conocido como Itzcuintlán, que significa “lugar donde habita el perro”, mientras que el segundo se llama Tepectli Monamictlan, que significa “el lugar de los cerros que se juntan”.

Después de este breve recordatorio sobre los niveles anteriores, es momento de hablar del tercer nivel. Según la leyenda mexica, el tercer nivel se llama Iztepetl, que significa “montaña de obsidiana”.

En este nivel habita el dios Iztlacoliuhqui, deidad de la obsidiana y señor del castigo, quien además es el custodio de una muralla cubierta de afilados pedernales que desgarran a quienes la atraviesan. Según la leyenda, al final de este nivel corre un poderoso viento cuyo objetivo es despojar a los muertos de todas sus pertenencias, e incluso de su ropa.

¿Quién es Iztlacoliuhqui?

Iztlacoliuhqui fue una de las deidades más respetadas por los mexicas, ya que era considerado el dios del frío y las nevadas. Las heladas solían arruinar sus cosechas, afectando así una de sus principales fuentes de sustento.

Según cuenta la leyenda, esta deidad solía ser alegre y compasivo. Sin embargo, un día el dios del sol, Tonatiuh, exigió sacrificios a todas las deidades para satisfacerlo. Iztlacoliuhqui, con su carácter compasivo, se enfureció ante tal mandato, ya que no podía cumplir con esa demanda.

Decidido, subió a la cima de una montaña y trató de herir al propio sol lanzándole una flecha de obsidiana. Sin embargo, al no lograr su objetivo, solo consiguió desatar la furia de Tonatiuh, quien, en respuesta, le devolvió la flecha con su inmenso poder, hiriéndolo gravemente en la cabeza. Este suceso cambió drásticamente la personalidad de Iztlacoliuhqui.

A partir de ese momento, el dios se volvió frío y temperamental, como la dura y cruel obsidiana que lo había herido. Desde entonces, se le atribuyen los cambios drásticos de temperatura.

Con Información de El Universal / México Desconocido 7 La Razón / Gob .mx

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