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Un análisis de la obra maestra de Zinaida Serebriakova que revela la alegría y la intimidad de una joven artista

La obra, exhibida en la Galería Tretyakov de Moscú, emana una sensación de alegría y luz.

En medio del invierno ucraniano, Zinaida Serebriakova, una joven de 25 años, se vio obligada a buscar refugio en lo que mejor sabía hacer: pintar. Aislada en casa por las inclemencias del clima, la artista comenzó a plasmar los objetos cotidianos que la rodeaban en su confortable habitación: botellas, frascos, latas y joyas que adornaban su tocador. Día tras día, Zinaida los pintó y dibujó, encontrando en ellos una especie de consuelo y familiaridad en tiempos de encierro.

Sin embargo, una fría mañana de nieve, la rutina de retratar objetos tomó un giro inesperado. Al mirarse en el espejo, Zinaida sonrió. Fue entonces cuando decidió que era el momento de hacer algo diferente: un autorretrato. Este género, que tantos artistas habían explorado antes, adquirió un toque especial bajo su mano.

La obra titulada “En el tocador” (За туалетом. Самопортрет) no es un simple autorretrato. Serebriakova no se limita a pintarse a sí misma; en lugar de eso, utiliza el espejo como un intermediario, pintando su reflejo en lugar de su imagen directa. Este detalle es significativo: no solo vemos a la joven Zinaida, sino también el marco del espejo que la encierra y objetos del mundo real, como un candelabro con vela que parece situarse justo entre nosotros y su reflejo. Esta composición nos invita a participar en su espacio más íntimo, haciéndonos sentir como si estuviéramos compartiendo con ella ese momento de conexión consigo misma.

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La obra, exhibida en la Galería Tretyakov de Moscú, emana una sensación de alegría y luz. Los colores brillantes y los blancos resplandecientes reflejan un estado de felicidad que parece traspasar el lienzo. La luz no solo parece provenir de su entorno, sino que surge de la propia Zinaida, quien en ese momento transmite una energía juvenil que aún hoy nos envuelve. Es como si al mirarla, pudiéramos sentir esa misma alegría que ella experimentó en el instante de creación.

Con “En el tocador”, Zinaida Serebriakova nos ofrece mucho más que un retrato; nos entrega una ventana a su vida, a su alegría, y a ese instante de intimidad donde la pintura y el espejo se fusionan para reflejar una felicidad tan pura que parece mágica.

Con información de HA!

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