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El impacto del hambre en el estado de ánimo: la ciencia detrás del "hangry"

La baja en glucosa y serotonina, junto con el aumento de hormonas del estrés, pueden causar irritabilidad.

CIUDAD DE MÉXICO.- El término “hangry”, una combinación de hambre y enojo, ha cobrado relevancia en los últimos años como un fenómeno real. Corey, un hombre preocupado por los cambios en el comportamiento de su pareja, consulta sobre este tema, ya que ha notado que, desde que comenzó una dieta restrictiva, ella se irrita fácilmente. La ciencia explica que no solo el cerebro, sino también el intestino, juega un papel clave en esta situación.

El eje intestino-cerebro: comunicación vital

El eje intestino-cerebro es una red de comunicación constante entre ambos órganos, donde el intestino envía señales al cerebro sobre la necesidad de alimento. Cuando los niveles de hambre aumentan, el intestino manda señales más urgentes, y si no se responde a tiempo, el cerebro activa una especie de alarma, lo que puede derivar en irritabilidad. Este mecanismo es regulado principalmente por el nervio vago, que actúa como un puente entre ambos sistemas.

Además, la serotonina, conocida como la “hormona de la felicidad”, también juega un papel importante. Aunque se produce en gran medida en el intestino, cuando los niveles de alimentos bajan, la producción de serotonina disminuye, lo que afecta el estado de ánimo. Por lo tanto, una persona que no ha comido puede experimentar cambios emocionales más intensos.

El papel del azúcar en la sangre y las hormonas del estrés

El cerebro utiliza la glucosa como su principal fuente de energía. Cuando los niveles de azúcar en la sangre disminuyen, el cerebro comienza a trabajar de manera menos eficiente, afectando tanto la toma de decisiones como el control de las emociones. Esta baja en la glucosa también genera la liberación de hormonas de estrés como el cortisol y la adrenalina, lo que agrava aún más la situación.

Por lo tanto, cuando una persona está “hangry”, no solo se enfrenta a una baja de serotonina, sino también a un aumento de las hormonas del estrés, lo que puede desencadenar reacciones exageradas ante situaciones cotidianas. Esto explica por qué situaciones triviales, como el sonido de alguien masticando, pueden convertirse en una fuente de conflicto.

Estrategias para controlar el “hangry”

La clave para evitar este tipo de episodios radica en mantener estables los niveles de azúcar en la sangre y la producción de serotonina. Los expertos recomiendan consumir alimentos ricos en proteínas y fibra, como verduras crujientes, garbanzos y almendras, ya que estos nutrientes no solo ayudan a estabilizar el azúcar en la sangre, sino que también promueven una buena salud intestinal.

Además, el consumo de yogur griego y bayas como fresas y arándanos también es beneficioso, ya que contienen antioxidantes y probióticos que favorecen una comunicación saludable entre el intestino y el cerebro. Estos alimentos contribuyen a mantener el equilibrio emocional y a evitar los picos de irritabilidad.

Otros factores a considerar

Aunque una buena alimentación es fundamental, también es importante gestionar otros aspectos como el estrés y el sueño. El estrés crónico puede alterar el eje intestino-cerebro, intensificando las señales de hambre, mientras que la falta de sueño puede afectar negativamente la salud intestinal y aumentar la susceptibilidad a cambios de humor.

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En resumen, el fenómeno del “hangry” es un ejemplo claro de cómo el cuerpo humano responde de manera compleja a la falta de alimento. Mantener una dieta equilibrada y hábitos saludables puede ayudar a controlar estos episodios, manteniendo tanto el cuerpo como la mente en armonía.

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