¿Es Estados Unidos el culpable de la actual crisis de los alimentos ultraprocesados?
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno estadounidense se percató de un problema grave: muchos jóvenes, potenciales soldados, estaban desnutridos.
Desde la Gran Depresión hasta hoy, la alimentación en Estados Unidos ha vivido una transformación drástica, pasando de ser una necesidad básica gestionada por el gobierno a una industria masiva de alimentos ultraprocesados. Este cambio no solo moldeó la cultura alimentaria del país, sino que también es un factor clave en la crisis actual de salud pública.
La Gran Depresión y la intervención del Estado
Con el desplome de la bolsa en 1929, el desempleo y la pobreza invadieron Estados Unidos. Largas filas para obtener comida eran escenas habituales en ciudades de todo el país. En respuesta, el gobierno, liderado por el presidente Franklin D. Roosevelt, implementó políticas de ayuda alimentaria a través del New Deal. Fue la primera vez que el Estado asumió la responsabilidad de alimentar a sus ciudadanos más necesitados, marcando un cambio en la relación entre el gobierno y la nutrición pública.
Eleanor Roosevelt, la primera dama, creó programas de bajo costo, como las comidas de 7.5 centavos, que ofrecían platillos modestos pero accesibles, aunque con poco valor nutricional. Estos esfuerzos iniciales de ayuda se convirtieron en la base de lo que luego sería la Dieta Estadounidense Estándar.
De la Segunda Guerra Mundial a la Era de la Comida Rápida
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno estadounidense se percató de un problema grave: muchos jóvenes, potenciales soldados, estaban desnutridos. Esto impulsó nuevas políticas de modernización agrícola y una mejora en la distribución de alimentos para ofrecer más calorías a la población. La “supermercadización” de la posguerra transformó por completo el acceso a los alimentos. Los supermercados ofrecían filas de productos envasados y refrigerados que reemplazaron a las tiendas locales y los mercados de agricultores.
Así, nacieron conceptos como las cenas de televisión (TV dinners), bandejas de comida pre-cocinada y envasada que podían calentarse en minutos. Esta “comida de conveniencia” no solo ofrecía practicidad, sino que también permitía a las mujeres, quienes tradicionalmente se encargaban de la cocina, incorporarse al mercado laboral. Sin embargo, a medida que estos alimentos crecían en popularidad, comenzaron a aparecer ingredientes ultraprocesados y aditivos como el jarabe de maíz de alta fructosa, azúcar y grasas poco saludables.
El auge de los ultraprocesados
Con el tiempo, la industria alimentaria incrementó el uso de ingredientes baratos y aditivos para abaratar costos y mejorar el sabor, lo que desembocó en la producción masiva de alimentos ultraprocesados. Este tipo de alimentos, como las papas fritas, galletas, nuggets y refrescos, tiene menos nutrientes y es más económico que los alimentos frescos y sin procesar. Un estudio de la Universidad de Washington en 2019 reveló que 100 calorías de comida ultraprocesada costaban US$0.55, mientras que las mismas 100 calorías en alimentos naturales costaban US$1.45.
El impacto en la salud ha sido significativo. Alimentos diseñados para estimular el cerebro, con mezclas precisas de sal, azúcar y grasas, engañan las señales de saciedad del cuerpo, lo que facilita el consumo excesivo y puede llevar a problemas de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
La popularidad de los ultraprocesados en EE.UU. refleja una combinación de accesibilidad, bajos costos y conveniencia, pero también es un factor que ha contribuido a la crisis de salud actual. Mientras que en la década de 1930 el problema era la falta de alimentos, hoy el desafío es la falta de calidad y equilibrio en la dieta.
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La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define a los ultraprocesados como alimentos “nutricionalmente desequilibrados” que desplazan el consumo de otros grupos alimenticios. Estos productos se han convertido en una parte integral de la dieta global, y las políticas alimentarias orientadas a reducir costos han facilitado su expansión.
La crisis de los ultraprocesados en EE.UU. es el reflejo de decisiones históricas que, aunque bien intencionadas, han tenido consecuencias inesperadas en la salud y en la cultura alimentaria.
Con información de la BBC.