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La fascinante cueva vietnamita que pocos han explorado

Este impresionante mundo subterráneo fue explorado por primera vez en 2009, casi dos décadas después de que su entrada fuera descubierta de forma accidental en 1990 por el leñador vietnamita Ho Khanh.

La fascinante cueva vietnamita que pocos han explorado

La cueva Hang Son Doong, situada en la frontera entre Vietnam y Laos, es uno de los lugares más impresionantes y menos explorados del mundo. Su inmensidad permite albergar varios rascacielos de 40 pisos y cuenta con su propio ecosistema, un entorno que ha evolucionado de manera aislada por millones de años. Este impresionante mundo subterráneo fue explorado por primera vez en 2009, casi dos décadas después de que su entrada fuera descubierta de forma accidental en 1990 por el leñador vietnamita Ho Khanh.

Descubrimiento accidental y redescubrimiento

En diciembre de 1990, Ho Khanh se encontraba buscando madera de alto valor cuando tropezó con la entrada de la cueva. Sin embargo, no pensó que el hallazgo fuera importante y decidió no regresar. Años más tarde, Khanh intentó en varias ocasiones encontrar nuevamente la entrada, pero fue en un viaje de recolección de alimentos cuando finalmente logró hallarla en 2009. Esta vez, aseguró el camino de regreso, lo que permitió al equipo de expedición británico-vietnamita, liderado por Howard Limbert, adentrarse en las profundidades de Son Doong.

Para Limbert, la cueva es inigualable. “No hay lugar como este en el mundo”, comentó en una entrevista. Además del tamaño, la cueva alberga maravillas como piscinas ocultas y fósiles de 400 millones de años, convirtiéndola en un sitio de interés tanto para científicos como para aventureros.

Aunque no existen evidencias de que seres humanos hayan vivido en Son Doong en tiempos prehistóricos, la fauna local ha encontrado su lugar en este mundo subterráneo. Limbert y su equipo han avistado monos que bajan hasta 200 metros en busca de caracoles, así como serpientes, ardillas, murciélagos, zorros voladores, y aves. La inaccesibilidad de la cueva, que requiere un descenso casi vertical de 85 metros con equipo especializado, parece haber sido un factor que mantuvo la cueva preservada de la presencia humana.

La experiencia de los exploradores y turistas

Desde 2013, la cueva fue abierta al turismo bajo un control estricto, permitiendo solo un número limitado de visitas anuales para preservar su ecosistema único. Entre los pocos afortunados que han experimentado esta maravilla se encuentra el fotógrafo australiano John Spiers, quien pasó cinco noches acampando dentro de la cueva en 2015. “Las dimensiones de la cueva son increíbles”, describió Spiers, subrayando la rareza de poder convivir con la naturaleza en un espacio tan inusual.

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El fotógrafo suizo Urs Zihlmann también se mostró impresionado por su experiencia.

Al acercarnos a la entrada, vimos nubes que salían de la cueva hacia el bosque circundante. Tuvimos que descender 80 metros por una pared empinada, usando arneses y cuerdas. Estar en esa enorme y oscura cámara te hace entender lo asombroso del lugar”.

Con información de Mirror.

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