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Por qué decimos ‘Aunque la mona se vista de seda’; el origen y verdadero significado de este refrán

Esta expresión, que aún es presente en diferentes culturas hispanohablantes, encierra una crítica velada (o no tanto) al deseo de aparentar lo que no se es.

Por qué decimos ‘Aunque la mona se vista de seda’; el origen y verdadero significado de este refrán

MÉXICO.- En el vasto mundo de los refranes populares, pocos son tan directos y contundentes como “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.

Esta expresión, que aún es presente en diferentes culturas hispanohablantes, encierra una crítica velada (o no tanto) al deseo de aparentar lo que no se es, y una advertencia sobre la imposibilidad de cambiar la esencia de una persona o cosa solo a través de su apariencia externa.

¿Cuál es el origen y la historia detrás de este refrán?

Las expresiones populares y refranes tienen su contexto histórico, pues toman su significado ya sea de situaciones o de la propia naturaleza; sin embargo, en ocasiones, su origen podría ser hasta milenario.

La historia de este refrán tiene raíces profundas que se remontan al Siglo de Oro español, un periodo de esplendor literario y cultural. La frase ya aparecía en obras clásicas como la Retórica Española de Antonio de Nebrija, publicada en 1541. Con el paso del tiempo, el refrán fue adaptándose y popularizándose, especialmente en la tradición oral, ganando un espacio en las conversaciones cotidianas y en el acervo popular.

El uso del término “mona” en este contexto hace referencia a la figura del mono, un animal que durante siglos se ha asociado con la imitación de conductas humanas. Así, la “mona” alude a una versión femenina del mono, reforzando el carácter despectivo y burlón de la expresión. De manera metafórica, “la mona” busca transformarse mediante el atuendo, pero la frase subraya que el disfraz es ineficaz para cambiar su verdadera naturaleza.

Este refrán se utiliza principalmente para señalar que los intentos de mejorar la apariencia externa no cambian la esencia de las personas o cosas. En términos sencillos, el mensaje es claro: por más que alguien intente disimular sus defectos o mostrar algo que no es, tarde o temprano la verdadera naturaleza saldrá a la luz.

Su popularidad ha perdurado porque apela a una experiencia universal: las apariencias, por muy cuidadas que sean, no pueden alterar la autenticidad de lo que está oculto. En un mundo donde las redes sociales y la imagen personal a menudo parecen ser lo más importante, “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda” cobra un sentido especial y sigue funcionando como una advertencia sobre los límites de las apariencias.

Aunque el refrán mantiene su formulación clásica, en algunos lugares se han generado adaptaciones y versiones locales que reflejan las particularidades culturales de cada región. No obstante, el mensaje central permanece inmutable y sigue invitando a la reflexión sobre la autenticidad, la honestidad y el autoengaño.

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