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Retrato de Vsevolod Meyerhold en el Museo Ruso de Málaga: Un Macro-Retrato del Teatro Moderno Ruso

La obra captura la esencia de un momento crucial para el teatro y las artes, donde se mezclaban lo grotesco, lo refinado y una fuerte experimentación creativa.

Retrato de Vsevolod Meyerhold en el Museo Ruso de Málaga: Un Macro-Retrato del Teatro Moderno Ruso

En el Museo Ruso de Málaga, se expone una obra que no solo retrata a un hombre, sino que encapsula toda una época. Se trata del “Retrato de Vsevolod Meyerhold” (Портрет В.Э. Мейерхольда), una pintura al óleo de grandes dimensiones (247 x 168 cm) realizada por el pintor Boris Grigoriev en 1916, en pleno apogeo del imperio zarista y de una Rusia en busca de nuevos caminos artísticos. La obra captura la esencia de un momento crucial para el teatro y las artes, donde se mezclaban lo grotesco, lo refinado y una fuerte experimentación creativa.

Vsevolod Meyerhold: Director e innovador del Teatro Moderno

Vsevolod Emilevich Meyerhold (1874-1940), actor y director teatral ruso, es una figura icónica del teatro del siglo XX. Fue director de los Teatros Imperiales y, a lo largo de su carrera, se destacó por su incansable búsqueda de formas nuevas y originales en el arte escénico. Su estilo rompía los moldes convencionales, y su enfoque experimental fue una influencia decisiva en el teatro moderno. Por ello, Boris Grigoriev, también innovador en su disciplina, no podía haber encontrado un mejor modelo para su obra.

Boris Grigóriev

Rusia, 1916

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Este retrato no muestra a un Meyerhold común. Ataviado elegantemente con guantes y chistera, Meyerhold adopta una pose inusualmente rígida y grotesca, que recuerda a una escena teatral forzada e impactante. Su cuerpo parece aplastado o bajo el efecto de una descarga eléctrica, pero su rostro se mantiene inexpresivo, en una paradoja de quietud y tensión que refleja el espíritu vanguardista y el deseo de innovación de la época. Quienes conocían a Meyerhold afirmaron que el cuadro no solo reflejaba su apariencia física, sino también su “esencia”, ese carácter desafiante que inspiraba y asombraba en el mundo del teatro ruso.

A la derecha del retrato, encontramos una figura simbólica de un cazador con traje oriental y un arco. Esta adición es más que un mero ornamento; alude a la fascinación de Meyerhold por la pantomima “Caza”, una obra que relataba la historia de unos cazadores disparando a un ave fabulosa. Esta referencia conecta directamente con la teatralidad simbólica y el gusto de Meyerhold por los elementos exóticos y alegóricos, que nutrían su estilo escénico y aportaban una dimensión mágica y onírica a sus producciones.

Un testimonio del clima creativo de la Rusia de principios del siglo XX

El retrato de Meyerhold no es solo una representación personal; es, en muchos sentidos, un macro-retrato del teatro moderno ruso y del ambiente creativo de aquella época. Boris Grigoriev logra combinar lo grotesco y lo sofisticado en una imagen que simboliza la vanguardia, el riesgo y la ruptura con las convenciones. La Rusia de principios del siglo XX fue un terreno fértil para las vanguardias artísticas, y esta pintura es testigo de aquel espíritu innovador.

Grigoriev y Meyerhold, cada uno en su disciplina, representan el espíritu de la experimentación y de la búsqueda de un nuevo lenguaje artístico. Este retrato, que en su momento impactó por su inusual representación, sigue cautivando a quienes lo observan. Al visitarlo en el Museo Ruso de Málaga, los espectadores pueden transportarse a una Rusia lejana en el tiempo, pero vibrante de creatividad, donde teatro y pintura se entrelazaban para expresar lo inexpresable.

Con información de HA!

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