¿Cómo vivían, jugaban y aprendían los niños de la prehistoria?
Cuando un niño fallecía, era despedido con el mismo cuidado que un adulto.
La infancia, ese periodo que asociamos con la inocencia y el juego, también era crucial en la prehistoria. Aunque marcada por la dependencia, esta etapa fue un espacio de aprendizaje, exploración y, sobre todo, de integración en la comunidad. Lejos de ser invisibles en las sociedades primitivas, los niños dejaron rastros que hoy nos ayudan a reconstruir cómo vivieron hace miles de años.
Huellas en el tiempo
Desde el Paleolítico, las huellas de los más pequeños han quedado impresas en cuevas y senderos. En La Garma, Cantabria, se identificaron catorce huellas de niños de 6 y 7 años que jugaron hace 16,500 años. Entre talones, dedos en el barro y tierra removida, estas marcas parecen ser testigos de actividades lúdicas.
En el estuario del río Severn, en Gran Bretaña, se encontraron 856 huellas del Mesolítico, muchas de niños de cuatro años o menos que jugaban mientras seguían caminos hacia zonas de pesca.
Pero las huellas no solo están en el suelo. Las manos impresas en la Cueva de Monte Castillo (Cantabria) o los surcos en Rouffignac (Francia), hechos por niños pequeños que fueron “aupados” por adultos, revelan su participación en las dinámicas artísticas y sociales de su época.
Representaciones infantiles
Además de sus huellas, los niños prehistóricos aparecen representados en arte. En la plaqueta de La Marche (Francia), del Paleolítico, cinco cabezas infantiles sugieren una posible danza, señal de su integración en las actividades colectivas. En el Neolítico, encontramos figuras de mujeres gestantes, bebés con cordón umbilical y escenas de marcha donde los niños aparecen junto a adultos, reafirmando su rol social.
Juguetes de antaño
El juego siempre ha sido fundamental para el desarrollo infantil, y en la prehistoria no era diferente. En la cueva de Isturitz (Francia), se hallaron pequeñas figuras de animales talladas en hueso y asta, quizás utilizadas como juguetes. Otros objetos, como discos de hueso perforados encontrados en Cantabria, podrían haber servido como sonajas o juegos visuales.
En el Calcolítico, figuras como los ídolos oculados de pizarra pudieron ser creaciones infantiles, combinando aprendizaje y diversión. También se cree que existieron muñecas de madera o arcilla, aunque no se han conservado.
Adiós en el más allá
Cuando un niño fallecía, era despedido con el mismo cuidado que un adulto. En Atapuerca (Burgos), hace 350,000 años, un niño fue enterrado junto con un bifaz rojizo, posiblemente como ofrenda. En Italia y Finlandia, niños fueron sepultados con ricos ajuares, que incluían adornos de conchas, bastones de mando y flechas. Estos hallazgos reflejan tanto la importancia de los pequeños como el simbolismo de sus entierros.
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Lejos de ser un periodo marginal, la infancia en la prehistoria era vital para la comunidad. Los niños no solo aprendían y jugaban, sino que también participaban en las actividades sociales y rituales. Sus juguetes, representaciones y enterramientos muestran una vida rica y llena de significado, dejando un legado invaluable para entender nuestras raíces como especie.
Con información de la BBC.
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