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El curioso año en que la Navidad fue cancelada

Durante siglos, la Navidad había sido una festividad popular que combinaba elementos religiosos y paganos.

En 1647, la Navidad fue cancelada en Inglaterra, pero no por una razón cualquiera. En lugar de un gesto secular o ateo, fueron los mismos cristianos, liderados por los puritanos en el Parlamento, quienes decidieron prohibir esta festividad. Sin embargo, su decisión provocó una serie de revueltas por todo el país, incluyendo disturbios, saqueos y, sorprendentemente, actos de desobediencia como colgar acebo en las calles.

El 25 de diciembre de 1647, una de las revueltas más destacadas ocurrió en Canterbury, a 100 kilómetros de Londres. La chispa fue el arresto de un dueño de tienda que cerró su negocio para celebrar la Navidad. El alcalde William Bridge, que ordenó su arresto y encarcelamiento, no anticipó que su acción desencadenaría una ola de protestas. La multitud, indignada por la medida, no solo atacó al alcalde, sino que saqueó las tiendas abiertas, tomando control de la ciudad e incluso capturando el almacén de pólvora local. Entre los actos más simbólicos de esta revuelta estuvo la colocación de acebo, una tradición navideña, en señal de resistencia.

Este evento fue parte de una lucha más amplia, conocida como la “guerra contra la Navidad”, emprendida por los puritanos del Parlamento, quienes consideraban que la festividad era una celebración pagana y excesivamente secularizada. A pesar de que la Navidad conmemora el nacimiento de Jesús, los puritanos argumentaban que el 25 de diciembre no tenía base bíblica y que su celebración era incompatible con los valores cristianos que promovían.

La Navidad en tiempos de los Puritanos

Durante siglos, la Navidad había sido una festividad popular que combinaba elementos religiosos y paganos. En Inglaterra, para el siglo XVI, se celebraba durante doce días con banquetes, representaciones teatrales, villancicos y decoraciones como el acebo y las velas. Sin embargo, los puritanos, que buscaban purificar la Iglesia de Inglaterra, veían estas festividades como una corrupción de la fe cristiana. Para ellos, las celebraciones incluían demasiado juego, borracheras y desorden, lo que chocaba con su visión de una vida piadosa y austera.

A lo largo de la década de 1640, el Parlamento puritano, que se encontraba en guerra con el rey Carlos I, aprovechó su poder para imponer restricciones cada vez más estrictas sobre la Navidad. En 1645, prohibieron los servicios religiosos de Navidad, y dos años más tarde, ordenaron que el 25 de diciembre fuera un día laborable. La prohibición fue acompañada de medidas severas para desmantelar las decoraciones y detener las celebraciones clandestinas.

La resistencia popular

La respuesta de la población fue mayormente de indignación y desafío. En varias ciudades como Norwich, Bury St. Edmund y Ipswich, estallaron disturbios en Navidad de 1647, con la gente protestando contra la prohibición, y en algunos casos, forzando a los comerciantes a cerrar sus tiendas. Además, el sector literario aprovechó la oportunidad para criticar la medida en publicaciones a favor de la Navidad, como The World Turned Upside Down y A Vindication of Christmas. La sátira de estas publicaciones ridiculizaba el esfuerzo puritano por suprimir una tradición que, según ellos, estaba profundamente arraigada en la cultura inglesa.

Oliver Cromwell y el fin de la Navidad

En 1653, Oliver Cromwell asumió el cargo de Protector de la Commonwealth tras la victoria del Parlamento en la guerra civil. Aunque la responsabilidad de la prohibición de Navidad recaía principalmente en el Parlamento, Cromwell no hizo nada para revertirla, y de hecho, su gobierno continuó con la política de austeridad y supresión de festividades populares. Su muerte en 1658 marcó el fin de su régimen, y en 1660, la monarquía fue restaurada con Carlos II.

El regreso de la Navidad

Con la restauración de Carlos II, también volvió la Navidad. Las viejas costumbres resurgieron rápidamente: las iglesias se adornaron con acebo, se celebraron banquetes, juegos y bailes, y el espíritu festivo regresó con fuerza, como lo testifica Samuel Pepys en su famoso diario, donde anotó su celebración de la Navidad de 1660.

La Navidad, a pesar de los esfuerzos por erradicarla, logró resistir el embate político y religioso del siglo XVII.

Con información de Natgeo.

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