En la antigua Mesopotamia sentían el amor en los pies: Esto revelan arqueólogos al descifrar textos
Utilizando lingüística computacional y modelos tridimensionales, los investigadores crearon “mapas emocionales” que muestran cómo estas culturas asociaban sentimientos con órganos y zonas corporales.
CIUDAD DE MÉXICO.- En el corazón del antiguo imperio neoasirio, entre los siglos IX y VII a.C., las emociones humanas no solo se escribían en tablas de arcilla, sino que se manifestaban en el cuerpo de maneras sorprendentes. Un reciente estudio, publicado en la revista iScience y liderado por la profesora Saana Svärd de la Universidad de Helsinki, ha revelado cómo los habitantes de Mesopotamia vinculaban sentimientos como el amor, la felicidad y la ira con diferentes partes de su anatomía. Basado en más de un millón de palabras extraídas del corpus de textos acadios, este estudio ofrece una visión inédita sobre la relación entre el cuerpo y las emociones en una de las civilizaciones más antiguas del mundo.
Para llevar a cabo este análisis, el equipo de investigadores utilizó herramientas modernas de lingüística computacional que permitieron mapear las asociaciones emocionales en modelos tridimensionales del cuerpo humano. El resultado fue un conjunto de “mapas emocionales” que nos acercan a la forma en que los mesopotámicos entendían sus sentimientos y su conexión con su cuerpo, ofreciendo una visión de cómo se percibían y experimentaban las emociones en la antigua Mesopotamia.
El hígado como centro de la felicidad y el amor en las rodillas
Los textos acadios, escritos en cuneiforme, muestran que en esta cultura el hígado era considerado el centro de la felicidad. Los términos que describían la alegría incluían conceptos como “brillar” o “llenarse”, lo que sugiere una visión simbólica y funcional del órgano, que iba más allá de su papel biológico. Además, el amor, aunque asociado al corazón, también se vinculaba a las rodillas. Esta conexión podría interpretarse como una metáfora del impacto emocional que hace que las personas se “doblen” o se arrodillen, evocando tanto vulnerabilidad como reverencia.
La ira, por su parte, se asociaba sorprendentemente con los pies, en lugar de centrarse en el rostro o las manos como es común en las expresiones emocionales modernas. Este hallazgo desconcierta a los investigadores, ya que es una visión diferente a las interpretaciones actuales de las emociones. La profesora Svärd destaca que estos patrones emocionales no solo reflejan una percepción cultural única, sino que también denotan una intuición sobre la anatomía humana que, aunque rudimentaria según estándares contemporáneos, era sorprendentemente avanzada para su época.
Metodología innovadora para descifrar emociones antiguas
El equipo de investigación empleó técnicas de lingüística computacional avanzadas, desarrolladas en el Centro de Excelencia en Imperios del Cercano Oriente Antiguo (ANEE). Estas herramientas permitieron identificar asociaciones entre palabras relacionadas con emociones y partes del cuerpo, a partir de coocurrencias lingüísticas encontradas en textos de géneros diversos, como himnos religiosos y cartas administrativas. Para representar estas conexiones, los investigadores usaron modelos anatómicos tridimensionales y asignaron valores de “similitud” a las palabras según su frecuencia y proximidad.
Los resultados de este análisis permitieron visualizar cómo se experimentaban 18 categorías emocionales principales, como felicidad, tristeza, amor, orgullo, e incluso emociones más complejas como la envidia o la compasión, sobre el cuerpo humano. Estos “mapas emocionales” fueron comparados con estudios modernos sobre la experiencia emocional humana, como los realizados por el científico Lauri Nummenmaa, que también explora cómo los seres humanos actuales sienten las emociones en el cuerpo. Aunque existen algunas similitudes, como la conexión universal entre el corazón y el amor, también emergen diferencias notables en otras emociones, como la ira, que los mesopotámicos asociaban con los pies.
La importancia de los contextos culturales en la percepción de las emociones
Este estudio plantea preguntas interesantes sobre el papel de la cultura en la percepción de las emociones. Los textos mesopotámicos fueron escritos por una élite letrada que representaba solo una fracción de la población, lo que significa que estas descripciones no solo reflejan experiencias individuales, sino también normas y conceptos colectivos de la época. Sin embargo, los investigadores advierten que estas asociaciones emocionales no deben ser equiparadas directamente con la forma en que vivimos las emociones hoy en día, ya que los estudios modernos se basan en la autoobservación y en respuestas de participantes, mientras que los textos antiguos fueron influenciados por metáforas y convenciones literarias.
A pesar de estas diferencias, el trabajo realizado proporciona valiosas pistas sobre cómo las emociones han sido entendidas y expresadas a lo largo del tiempo. Esta investigación abre la puerta a futuras reflexiones sobre cómo las emociones han evolucionado en diferentes culturas y épocas, y cómo la humanidad ha buscado siempre comprender y expresar la conexión entre la mente y el cuerpo.
Reflexiones sobre el estudio y su relevancia contemporánea
El estudio no solo ofrece una ventana al pasado, sino que también plantea preguntas sobre nuestra propia relación contemporánea con las emociones. Al examinar cómo los antiguos mesopotámicos sentían el amor, la felicidad o la ira en su cuerpo, se revela un eco de nuestra propia humanidad. A pesar de los cambios en el lenguaje y las culturas a lo largo del tiempo, la conexión entre mente y cuerpo sigue siendo una constante a lo largo de la historia humana. Este trabajo resalta la importancia de continuar explorando cómo diferentes civilizaciones han experimentado y comprendido las emociones, permitiendo un entendimiento más profundo de nuestra naturaleza emocional.
Los investigadores planean aplicar esta metodología a textos más recientes, como un corpus en inglés del siglo XX y datos en finlandés, con el fin de comparar cómo las emociones se han experimentado a lo largo del tiempo y en diferentes contextos culturales. Estos estudios futuros podrían ayudar a identificar tanto las similitudes universales como las variaciones culturales en la experiencia humana de las emociones, profundizando en el conocimiento de nuestra naturaleza emocional compartida.
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