¿De qué se trata el colectivo Kingyobu y cómo convierte viejas cabinas telefónicas en grandes peceras?
Al contemplar estos pequeños ecosistemas urbanos, se invitaba a las personas a detenerse por un momento, a desconectar y disfrutar de un espacio de calma y belleza sencilla.
JAPÓN-. En el bullicio de las grandes ciudades, los teléfonos públicos han dejado de ser una herramienta esencial para convertirse en una curiosa reliquia del pasado.
En la mayoría de los casos, estos dispositivos ya no son utilizados más que en emergencias o en escenas de películas de crimen. Sin embargo, en Japón, aún se mantienen en varias ciudades, como testigos silentes de una era que parece haber quedado atrás.
Mientras tanto, para algunos, estas cabinas obsoletas se convierten en el lienzo perfecto para una expresión artística única.
Un nuevo uso en el frenesí de las grandes urbes
En 2012, el colectivo Kingyobu, cuyo nombre significa “club de peces dorados”, decidió transformar varias cabinas telefónicas de Osaka en verdaderos acuarios de pie.
Estas instalaciones artísticas fueron una propuesta para romper la monotonía de la vida urbana, al dar una nueva vida a elementos que parecían condenados al olvido.
Los habitantes de Osaka y los turistas que transitaban por la ciudad se vieron sorprendidos por los reflejos dorados de los peces nadando dentro de las cabinas, que brillaban con la luz del sol, proporcionando un contraste vibrante contra el gris urbano.
Más allá de la estética, estas peceras fueron un recordatorio de la necesidad de desconectarse del frenesí cotidiano. En ciudades como Tokio, donde el ruido constante, el ajetreo y las estructuras imponentes pueden resultar agobiantes, iniciativas como las de Kingyobu se vuelven esenciales para brindarnos una pausa.
Al contemplar estos pequeños ecosistemas urbanos, se invitaba a las personas a detenerse por un momento, a desconectar y disfrutar de un espacio de calma y belleza sencilla.
Finalmente, las estructuras fueron removidas
Sin embargo, a pesar de la popularidad y la propuesta refrescante de estas instalaciones, en 2018 las cabinas transformadas en acuarios fueron removidas, luego de un litigio por derechos de autor con el artista Nobuki Yamamoto, quien había creado una obra similar en 2000.
Aunque estos acuarios urbanos ya no se encuentran en Osaka, la propuesta del colectivo Kingyobu sigue siendo un ejemplo inspirador de cómo el arte puede transformar lo ordinario en extraordinario, invitando a la reflexión y a la apreciación de lo sencillo en el entorno urbano.
Retro phone booths turned into fish tanks in Osaka, Japan Credit: Kingyobu
Publicado por Gregg Martin en Martes, 27 de junio de 2023
A pesar de la controversia y la remoción de las instalaciones, el legado de Kingyobu nos recuerda la importancia de seguir explorando nuevas formas de arte público que nos conecten con lo natural y nos permitan encontrar belleza en los rincones más inesperados de nuestras ciudades.
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