¿Por qué los niños quieren repetir los mismos episodios de televisión?
La insistencia de los niños en ver el mismo episodio de su serie favorita, como Bluey, no es un capricho, sino una herramienta clave para su desarrollo.
CIUDAD DE MÉXICO.- Es una escena común en muchos hogares: un niño en edad preescolar insiste en ver el mismo episodio de su serie favorita, como Bluey, una y otra vez. Aunque para los padres esta rutina puede parecer agotadora e incomprensible, para los niños se trata de una experiencia valiosa. Este comportamiento responde a una necesidad de repetición que, lejos de ser un capricho, está relacionado con importantes procesos de aprendizaje.
Este fenómeno está vinculado con el “efecto de aporte”, un concepto proveniente de la ciencia cognitiva que explica cómo la exposición repetida a ciertos estímulos favorece la comprensión y la retención de información. A través de la repetición, los niños logran detectar patrones en su entorno, un proceso esencial para el desarrollo del lenguaje y otras habilidades cognitivas.
Los investigadores señalan que el cerebro humano busca de forma natural regularidades en el mundo que lo rodea. Los niños, en especial, son altamente sensibles a estas regularidades, y la repetición les permite reconocer patrones en palabras, sonidos e imágenes. Este proceso, conocido como “aprendizaje estadístico”, es fundamental para el desarrollo lingüístico, ya que los pequeños identifican combinaciones frecuentes de sonidos que posteriormente asocian con palabras.
La búsqueda de patrones en la infancia
El “aprendizaje estadístico” permite a los niños desentrañar las estructuras de su entorno. Por ejemplo, en el idioma inglés, ciertas combinaciones de letras, como “the” o “ing”, aparecen con mayor frecuencia. A través de la exposición constante a estas combinaciones, los niños comienzan a reconocerlas de forma automática, lo que facilita su adquisición del lenguaje.
De forma similar, al volver a ver un episodio de televisión o escuchar el mismo cuento nocturno, el cerebro infantil se dedica a identificar regularidades. Esto no solo mejora la comprensión de la historia, sino que también les permite predecir qué ocurrirá después, reforzando su sentido de control sobre el entorno.
Este proceso es especialmente relevante en los primeros años de vida, cuando la capacidad de comprensión de los niños está en pleno desarrollo. Cada interacción con el contenido repetido se convierte en una oportunidad para afinar sus habilidades cognitivas, por lo que esta conducta no debe ser vista como un simple capricho, sino como un ejercicio de aprendizaje intencional.
Confort y bienestar emocional a través de la repetición
Más allá del aprendizaje, la repetición también tiene un impacto positivo en el bienestar emocional de los niños. La infancia está llena de retos constantes y nuevos aprendizajes, lo que puede ser agotador para los pequeños. En este contexto, la familiaridad de un episodio de televisión o un cuento conocido puede ofrecerles una sensación de seguridad y tranquilidad.
Este “efecto bienestar” les permite relajarse y recuperar energía mental. Los niños encuentran confort en lo conocido, ya que reduce la incertidumbre y el estrés. Además, la posibilidad de elegir qué ver o qué escuchar también les proporciona una sensación de autonomía y control sobre su mundo, algo que en la infancia es limitado debido a la dependencia constante de los adultos.
La repetición también fortalece su sentido de competencia. Mientras que en la escuela o la guardería enfrentan constantes desafíos cognitivos, la posibilidad de dominar una actividad conocida les brinda la confianza de que pueden tener éxito en ciertas tareas. En consecuencia, el regreso a actividades familiares se convierte en un espacio de descanso emocional.
Una práctica con límites saludables
Si bien la repetición tiene claros beneficios, también es importante que no se convierta en una práctica que limite otras actividades importantes en la vida de los niños. Si la insistencia en ver el mismo episodio impide la participación en actividades físicas, la socialización o el desarrollo de la autonomía, podría ser necesario establecer límites claros.
Cada niño es único, y su comportamiento puede variar ampliamente. Los niños autistas, por ejemplo, suelen mostrar intereses especialmente centrados en temas específicos, lo que requiere una comprensión más personalizada. Los padres pueden observar el comportamiento de sus hijos y tomar decisiones informadas sobre cuándo permitir la repetición y cuándo fomentar otras experiencias.
En última instancia, la repetición no debe ser motivo de preocupación en sí misma. Se trata de una estrategia natural del cerebro infantil para aprender y encontrar bienestar emocional. Así que, la próxima vez que tu hijo te pida ver el mismo episodio de Bluey por quinta vez, podrías verlo como una oportunidad para fortalecer su desarrollo cognitivo y emocional.
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